Un conmovedor adiós. La entrañable Rosie, una gata de color carey (una mezcla entre blanco, negro y naranja) que vivió durante 33 años, ha partido en su hogar en Norwich, Inglaterra. Su dueña, Lila Brissett, de 73 años, estuvo a su lado en sus últimos momentos, compartiendo el profundo dolor que deja la pérdida de su fiel amiga.
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Lila adoptó a Rosie en un refugio cuando esta aún era pequeña en los años 90. La gata, que nació en 1991, llegó a su vida cuando su primer dueño se vio obligado a buscarle un nuevo hogar debido a que su hija era alérgica a los mininos. Desde ese instante, Rosie se convirtió en una parte esencial de la vida de Lila, quien ya había brindado su amor a otros animales rescatados, incluyendo un gato maltratado y un perro callejero.
“La extraño mucho. Ella no estaba muy bien y un día simplemente entró al pasillo de la casa, se acostó y falleció. Aunque tengo muchos buenos recuerdos y estoy feliz de haber pasado tiempo juntas”, dijo su humana.
A lo largo de los años, Rosie se ganó el cariño de todos los que la conocieron. Aunque no logró el título oficial de 'gata más vieja del mundo', el año pasado Lila recibió sugerencias de una portavoz de Guinness World Records para postular a Rosie. Sin embargo, después de varios intentos, decidió no continuar con la solicitud.
Con el corazón roto, Lila recordó las vivencias compartidas con su leal compañera, lamentando la ausencia de una amiga que se había convertido en un miembro querido de su familia. La vida de Rosie, repleta de amor, quedará grabada en la memoria de todos aquellos que tuvieron el privilegio de conocerla, especialmente cuando se asomaba a su ventana, su lugar favorito, durante más de tres décadas.
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