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De los ‘vladivideos’ a los ‘Kenjivideos’: La historia se vuelve a repetir [Crónica]
Nuevamente el apellido Fujimori aparece como protagonista de un escándalo de corrupción de autoridades mayúsculo. De nuevo, pierde el país.
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Kenjivideos
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La Sala del SIN se convirtió en el escenario donde desfilaron varios políticos y personalidades en busca del favor de Fujimori.
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Vladivideo
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La democracia en el Perú estuvo marcada en los últimos años por la difusión de los ‘vladivideos’. El 14 de setiembre el país quedó desconcertado al confirmar lo que era un secreto a voces: que el Gobierno de Alberto Fujimori era conducido desde las sombras por él y su asesor presidencial Vladimiro Montesinos.
Alberto Kouri era el protagonista del indignante clip. En un video grabado desde el SIN aparece Vladimiro Montesinos ofreciéndole 10 mil dólares. Pero el entonces congresista tenía un precio más alto. “15 mil”, grita. El asesor no duda. 15 mil dólares del dinero público fueron a parar a su bolsillo. De esa forma Kouri pasaría a la bancada fujimorista y a la historia por ser el primer villano descubierto por televisión nacional.
Lo que pasó después fueron intentos imposibles por negar lo visto. Aquella noche, Kouri diría que Montesinos le hizo un préstamo. Hasta lo acusó de estar bajo los efectos de las drogas. Desde el fujimorismo trataron de defender a su congresista pero el daño era imborrable.
Fujimori mantuvo un silencio por tres días.
Afuera, la calle hervía. La ciudadanía enfiló sus protestas con los legisladores corruptos, contra Fujimori y Montesinos. Las ratas de cartón que cargaban tenían nombre y apellido.
La presión social hizo que Fujimori hable. Dio un mensaje a la Nación.
“Convocar en el inmediato plazo posible a elecciones generales. Está de más decir que en esas elecciones no participará quien habla”, dijo, sereno. Por la noche saldría darse un baño popular junto a su hija Keiko Fujimori.
“Convocar en el inmediato plazo posible a elecciones generales. Está de más decir que en esas elecciones no participará quien habla”, dijo, sereno. Por la noche saldría darse un baño popular junto a su hija Keiko Fujimori.
El destino hizo que en todas las fotografías aparezcan ambos con las manos manchadas.
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El vómito había iniciado. Vinieron más videos, más corrupción, más fugas, más mentiras. Más asco. Alberto Fujimori se encargó de crear un show en torno a la captura de Vladimiro Montesinos.
En dos meses, Vladimiro fugó, regresó y volvió a fugar. Todo en narices del aún presidente de la República, que se preocupó más por allanar la casa de Trinidad Becerra, pareja del ex asesor de inteligencia.
El 13 de noviembre, entre gallos y medianoche, Fujimori viajó a Brunei. El escape perfecto fue una reunión de la APEC. Mientras tanto, en tierra peruana, Martha Hildebrant era destituida del Congreso y por primera vez en 10 años un opositor asumía el control del Legislativo.
El 19 de noviembre, el aún presidente de la República aterriza en Japón, la tierra de sus padres. Un día después renunció a la presidencia de la República, a 67 días de la difusión del primer ‘Vladivideo’.
LA HISTORIA CONTINÚA
El 22 de noviembre de 2000, al asumir el cargo del presidente de la República, un emocionado Valentín Paniagua dijo:
“Nace hoy un nuevo tiempo. Se cierra una etapa y se abre otra en la historia del Perú. Un sentimiento de fe anima los espíritus de la Nación y una ilusión, acaso excesiva, sacude a todos los peruanos. Todos queremos creer que aquí hay un nuevo quéhacer. Y una tarea, tal vez modesta, pero de profunda significación para el desarrollo nacional”.
Pero nunca aprendimos.
El 20 de marzo de 2018 quedará marcado como el día en que el Perú nuevamente ve cómo sus autoridades destrozaron el país. Otra vez el apellido Fujimori es protagonista de un escándalo de corrupción mayúsculo y si antes fueron los ‘vladivideos’ ahora son los ‘kenjivideos’. Las imágenes, tal cual como ocurrió en 2000, nos desnudaron como país, nos dieron una bofetada para recordarnos que las decisiones no se toman en el Pleno del Congreso sino en sus pasillos y oficinas.
Los congresistas Kenji Fujimori, Guillermo Bocángel y Bienvenido Ramírez aparecen esta vez intentando convencer a su colega Moíses Mamani de votar a en contra de la vacancia. Lo hacen ofreciéndoles desde la agilización de obras para su región hasta contándole cómo es comer junto a PPK.
El escándalo ha movilizado a la Fiscalía a abrir una investigación contra estos actos. Desde el Congreso han iniciado el desafuero para los congresistas mencionados. En el saco también han caído los legisladores Mercedes Aráoz y Carlos Bruce, quienes cumplen labores de segunda vicepresidenta de la República y Ministro de Vivienda, respectivamente.
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La denuncia fue hecha por la bancada de Fuerza Popular, que cobijó hasta enero a los tres legisladores denunciados. Su accionar tiene un tufillo de venganza, pero eso no deja de revelar que la corrupción dentro del gobierno nunca se fue, se enquistó más.
Por lo pronto PPK está a punto de cumplir un día de silencio. Poco a poco, sus más leales ministros, congresistas y compañeros lo van abandonando, dejándolo solo con sus ganas de continuar en el poder. El primer vicepresidente Martín Vizcarra estaría próximo a llegar.
El Perú estará atento a las palabras del presidente. Quizás sean sus últimas al frente de este Gobierno que nunca encontró la brújula y fundó sus bases en terrenos arenosos y se agrupó con escuderos que nunca aprendieron el valor de la honestidad.
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