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El terrorismo y la oscuridad que dejó en las regiones del Perú

Sendero Luminoso frenó el comercio en provincias, infundió miedo con apagones y dañó el turismo.

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Fecha Actualización
El terrorismo sembró el terror a finales de los 80 e inicios de los 90, y lo hizo en varias provincias del Perú. Ayacucho, Apurímac, Huánuco y Huancavelica, fueron algunas de las regiones más golpeadas y que recibieron mayor impacto por parte del sanguinario movimiento.
Tal como se señala en la “Colección Bicentenario: 200 años de la Economía en Perú”, de Perú21, los numerosos atentados y secuestros perpetrados por los grupos terroristas causaron daños con secuelas irreparables y un clima de desconfianza y temor en las comunidades más pobres del país.
Además, esa destrucción redujo la capacidad productiva de muchas de estas localidades y distritos que se vieron forzados a dejar de comercializar sus productos con las principales ciudades de la sierra y costa del país. Muchas aún no logran recuperarse del todo, siendo el Vraem un ejemplo de ello.
DAÑO A LOS AGRICULTORES
Pedro Yaranga, experto en terrorismo, resalta que una de las actividades más afectadas fue el comercio de los pequeños y medianos agricultores, quienes solo tenían permitido vender en sus distritos.
”Si los terroristas encontraban grandes cargamentos para distribuir, estos eran saqueados. No había intercambio de productos con otras regiones cercanas. Los negocios estaban estancados y solo se les permitía operar en pequeñas zonas”, precisa.
Otro problema que vivieron los campesinos fue que Sendero también prohibió la producción a gran escala. “Cuando un agricultor empezaba a sembrar bastante, los terroristas lo etiquetaban como poderoso”, asevera.
SIN TURISMO
Juan Stoessel, CEO de Casa Andina y columnista de este diario, explica que el turismo, extranjero y local, también se vio muy afectado. “Hay dos etapas en el turismo peruano: antes y después del terrorismo. El turismo extranjero disminuyó a cero. En aquella época, a Machu Picchu llegaban a diario solo dos o tres turistas”, manifiesta.
El turismo interno también fue casi inexistente debido a los problemas de seguridad y la poca infraestructura vial. “Las carreteras comenzaron a desaparecer o no existían. Viajar en el Perú era una odisea. No había inversión en infraestructura hotelera y, por lo tanto, cada vez menos lugares donde hospedarse”, precisa.
Por ello, afirma Stoessel, muchos peruanos no conocieron el país durante esos años. ”Hay toda una generación que no conoció el Perú y que recién pudo hacerlo a partir en los 90. Muchos no conocieron nunca Arequipa, Cusco o ciudades importantes como Huaraz y Huancayo (...). “Perdimos competitividad contra el resto de los países que destacan en infraestructura turística. Por casi nueve años, no se invirtió ni un dólar. Chile, Ecuador y Costa Rica siguieron invirtiendo”, concluye.
EN LA OSCURIDAD
César Butrón, presidente del COES y extitular de ElectroPerú, recuerda que muchos peruanos se acostumbraron a siempre tener velas, debido a los atentados contra las torres de alta tensión en Lima y la falta de capacidad de los servicios eléctricos en las regiones para atender la demanda. “Siempre se tenía velas a la mano o se compraba grupos electrógenos pequeños para tener en la casa o el negocio. Y estos últimos solo podían funcionar en el día”, recuerda.
Sobre la decisión de atentar contra las torres de alta tención, Butrón indica que era la estrategia de Sendero para llamar la atención. “Si hay un apagón en provincia, nadie se da cuenta. Pero si había un apagón en Lima, todos lo notaban”, expresa.
Además, debido la falta capacidad para la demanda en regiones, se programaban cortes sistemáticos programados para abastecer de forma intermitente las comunidades. “No alcanzaba para todos. Si se malograba una de las máquinas, se programaban cortes diarios o hasta incluso en los momentos más críticos eran semanales”, indica.
LIBERTADES REDUCIDAS
El terrorismo, durante aquellos años, explica Yaranga, redujo libertades, quitándole a los más pobres la oportunidad de educarse, progresar y hasta votar. “Todo estaba paralizado. Saboteaban puentes y torres eléctricas. Se frenó la educación y no había intercambio comercial. Fue tierra de nadie. En épocas electorales revisaban si tenías tu dedo manchado para cortártelo. Si ponías resistencia, te mataban”, recuerda.
Pese a todo este daño causado por el terrorismo en provincias, partidos como Perú Libre, que postula a Pedro Castillo a la Presidencia, reciben apoyo sin mayor problema de los nuevos grupos de Sendero Luminoso como es el caso de Movadef.
TENGA EN CUENTA:
-Las pérdidas en infraestructura de transmisión de energía eléctrica, especialmente los atentados a las torres de alta tensión, sumaron cerca de US$ 2,000 millones, según estudios de Desco.
-En Ayacucho, una de las regiones más afectadas por el terrorismo, el empleo se redujo de 135,783 a 105,263 personas entre 1981 y 1993.
-Como parte de sus objetivos, Sendero Luminoso buscó cercar Lima a través de bloqueos de la Carretera Central y Panamericana Norte con constantes paros armados.