Hay 24 partidos ya registrados con miras a las anunciadas elecciones presidenciales de 2026. Otras cuatro agrupaciones están en proceso de inscripción. Y, además, hay hasta nueve otros grupos que buscan formalizarse para tentar tomar el poder. Pero las encuestas ya vienen afinando la criba.

DESCRÉDITO Y DESAFECCIÓN

La última encuesta de Ipsos es elocuente. Si las elecciones presidenciales fueran mañana, un 11% de peruanos votaría por el candidato de un partido nuevo, según reveló el sondeo nacional de Ipsos para Perú21 publicado el pasado 3 de diciembre. La cifra supera la simpatía por partidos que controlan el actual Congreso, como Fuerza Popular (8%); Perú Libre (5%); Acción Popular (5%); Alianza para el Progreso, Avanza País y Somos Perú, los tres con 4%; Renovación Popular (3%) y Juntos por el Perú (2%). Sin duda, el despilfarro de bonos, el injustificado teletrabajo y los escandalosos arreglos bajo la mesa han ‘mochado’ la popularidad parlamentaria. Pero ese 11% no solo es un castigo a las actuales agrupaciones que desfilan por los Pasos Perdidos. Partidos que ostentaban curules como el Frepap (3%), el Partido Morado (2%) y el Apra (2%) tampoco parecen sintonizar con las mayorías silenciosas. Lo mismo se aplica al 6% que agrupa a otros partidos menos conocidos como Salvemos al Perú, Frente de la Esperanza, Podemos Perú, Partido Demócrata Unido Perú, Libertad Popular, Primero la Gente, Fe en el Perú, Partido Demócrata Verde, Partido Patriótico del Perú y Perú siquiera han llegado al poder pero ya la gente los ignora. Por cierto: un considerable 27% no precisa aún a qué candidato de los partidos elegiría. Y un 14% marcaría en blanco o viciaría su voto.

Una muestra de que el descrédito hacia la casta política —hablar de ‘clase política’ sería un oxímoron— es generalizado. Y de que la desafección política es un fenómeno aún por estudiar. Mediante las encuestas, la ciudadanía nos dice —como explica en su columna Alfredo Torres, presidente ejecutivo de Ipsos Perú— “que está muy insatisfecha con la democracia existente y que demanda cambios en el sistema político”.

ES LA ECONOMÍA, ESTÚPIDO

Según la misma encuesta, la experiencia profesional que debe tener el próximo presidente también es importante a la hora de expresar la intención de voto. Para un 41% de entrevistados por Ipsos, un economista sería un buen presidente. Una cifra muy por encima de un administrador (19%) o un abogado (18%). Un 16% considera a un agricultor o campesino. Un 12% prefiere a un sociólogo o un ingeniero. Un 11% se inclina por un político, un comunicador, un periodista, un oficial militar o policial. Solo el 10% elige a un empresario, lo que dice mucho sobre cómo habría calado el discurso anti empresarial en la opinión pública. Finalmente, un 9% señala a un médico, un 3% votaría por un obrero y un 4% quiere a un profesor, muy a pesar de la experiencia reciente con el maestro Ciruela.

Sin embargo, la preferencia por un economista no es solo un tema de simpatías o identificación personal. La pregunta que hace Ipsos es reveladora: “¿Qué experiencias profesionales le parecerían más útiles para ser un buen Presidente de la República (con tarjeta) (opción múltiple)?” Visto así, las cifras arrojan no solo una afinidad por el oficio, sino sobre todo una elección utilitaria y pragmática. Una respuesta que busca soluciones para la crisis económica que golpea el bolsillo de los peruanos. Otra encuesta de Ipsos publicada en la misma fecha ahonda en por qué el 58% de los encuestados señala que, si pudiera, se iría del Perú. Entre las razones destaca largamente la búsqueda de mejores oportunidades económicas (61%), en respuesta espontánea y de opción múltiple.

ENTRE MILEI Y ‘MULEI’

Si juntamos ambas variables, podríamos creer que el elector peruano promedio anda en busca de una especie de Javier Milei local. Es decir, un outsider economista, un nuevo político que nos saque de la crisis o un antisistema que mejore la economía de los peruanos. Un economista puede ser desde Hernando de Soto hasta Alfonso López-Chau, pasando por Carlos Anderson, Julio Guzmán o el ingeniero económico Fernando Cillóniz. Pero también podría ser cualquier candidato que centre su discurso en la economía como el principal problema del Perú. La misma encuesta de Ipsos señala que el 75% de los encuestados considera que, si el modelo económico ha fallado, es por responsabilidad de los políticos. Mientras que un 19% culpa a los empresarios. Eso abriría la puerta a candidatos anti modelo económico, desde los críticos más moderados hasta los abiertamente radicales. Por ejemplo, alguien que proponga ‘no más pobres en un país rico’. Como si la riqueza no tuviera que ser creada y bastase con distribuirla de manera justa. Una disyuntiva que nos devuelve a la polémica Haya-Mariátegui de hace un siglo, que ya se creía superada. Buscando un Milei, el riesgo es terminar con un ‘Mulei’, como el meme. Si un país significativamente más culto como Argentina demuestra su ignorancia macroeconómica culpando a Milei del desastroso ciclo de populismo kirchnerista, ¿qué se puede esperar de la educación económica peruana?

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