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Otros tiempos: Perfil a Enrique Bernales
"Me siguen diciendo senador. El senado es mi casa".
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A propósito de la posible bicameralidad propuesta por el presidente Vizcarra, el constitucionalista Enrique Bernales nos lleva por un viaje en el tiempo. Un recorrido por detalles desconocidos de su vida y el recuerdo de un Senado solemne y lleno de sabiduría donde debatían los grandes pensadores. Otros tiempos.
Tercero de cuatro hermanos, su infancia transcurría al tiempo que su padre ocupaba una plaza en la sala de asesores jurídicos del senado del Perú. Eran una veintena de abogados de primer nivel, elegantísimos y versados. Hombres intachables que trabajaban con y para los representantes del país. Eran otros tiempos.
A un Enrique Bernales de siete u ocho años, que crecía en las calles de los Barrios Altos junto a los hijos de quienes servían en las casonas del Centro de Lima que él habitaba, le resonaba la palabra senado como algo especial, único y difícil de alcanzar. Un día su padre decidió llevarlo a una sesión, ya tenía 15 años y confirmó lo que pensaba: “Lo que vi me dejo impresionado. El boato, la solemnidad. Hombres de cierta edad a los que poco les faltaba para ir de chaqué. Ahí vi al gran historiador Raúl Porras Barrenechea. Fue una cosa que yo en mi vida había escuchado. Qué tal prosa, qué oratoria, qué conocimiento”. Recuerda haberle dicho a su padre que ese lugar parecía una universidad: “Es la mejor universidad del país, hijo” le respondió. Eran, sin duda, otros tiempos.
Con esa idea comenzó a formarse. Universidades, militancias, dirigencias, viajes internacionales. Una vida académica intensa. Un entusiasmo tal por el éxito profesional que, confiesa, fue lo que originó el divorcio con la única mujer con la que se casó. Cuenta que tras cuatro años de matrimonio, sin hijos, su actitud los había llevado al fracaso y era necesario que cada uno recupere su libertad. Quién iba a soportar a un hombre con esas características, se pregunta, aunque en esos tiempos, las mujeres sobreponían casi siempre los planes de sus maridos a los propios. Lo cierto es que sólo tuvo un amor más en París y el resto fueron flirteos y amistades muy intensas, según cuenta, casi siempre con mujeres tan intelectuales e independientes como él. Capítulo aparte es el complejo de Edipo que confiesa sintió por su madre. Una mujer española joven, 22 años menor que su esposo, cantaba, tocaba el piano, bailaba con la gracia de las andaluzas y era elegante y bonita hasta el hartazgo. Nadie como ella, asegura.
Terminó de estudiar y pasó de la democracia cristiana a la social democracia europea. Así, tras el velasquismo y lo que llama la decadencia de Morales Bermúdez, fue aceptado en la comisión principal de asesores del Congreso que empezó Haya de la Torre. Se acercó entonces al Senado con el que siempre soñó desde pequeño, pero cuando Alfonso Barrantes le pidió que fuera senador para Izquierda Unida, sintió que era demasiado pronto. Sólo tenía 38 años. Pero Barrantes insistió.
Así, fue senador por IU tres veces. El tercer periodo sólo por dos años debido el cierre del congreso en 1992. De todos modos, para Bernales la izquierda realmente murió en el 89. Ni siquiera menciona a los representantes actuales. Aparentemente no los considera y explica que la muerte de la izquierda sucedió, entre otras cosas porque se les asoció a Sendero Luminoso que paradójicamente les asesinó a más de 1200 dirigentes. Otra razón, dice, fueron las políticas de gobierno de Fujimori: “Se paseaba por todo el país regalando casas y carreteras pavimentadas, dando un mensaje anti partido acompañado de un populismo corruptor, que no dejó espacio para construir una izquierda democrática. El fujimorismo fue terriblemente corruptor de masas”.
Para el constitucionalista, ahí ocurrió el quiebre, cuando se comenzó a creer más en el dinero fácil que en el esfuerzo del trabajo. Cuando los políticos de antes quedaron como un recuerdo casi en blanco y negro. Cuando mataron tantas ilusiones políticas. Asegura, aunque nunca más volvió al Congreso, que no se dio por vencido. Que su oratoria se trasladó a las aulas universitarias donde ha educado gente que podría hablar por él en un eventual Senado y que su salto al mundo de los derechos humanos, primero junto a la ONU y luego con la Comisión de la Verdad, incluso más importantes en un país donde se debe trabajar en temas de justicia, dignidad, discriminación, igualdad de género, aborto y derechos ambientales.
Enrique Bernales sería un lujo de senador, qué duda cabe que elevaría exponencialmente el nivel en el Congreso de hoy. Su lucidez no está en discusión, pero quizá, aunque mantiene el buen ánimo, los molestos tratamientos que recibe por una enfermedad que ha rebrotado, lo hacen decir que a sus 78 años podría verse medio gangoso, envejecido o reiterativo. “En la calle me siguen diciendo senador, significa que he dejado un buen recuerdo de mi gestión y preferiría que la gente me siga recordando así”.
DATO
* Enrique Bernales es profesor de Gestión Pública en el Instituto de Gobierno de la San Martín, de Régimen Político en el posgrado de la Católica, Director de la tesis en la U. Católica y dicta Derecho Constitucional, en primer año, en la U. Raimundo Ruiz de Montoya y en sus tiempos libres prepara óperas y apoya a jóvenes cantantes peruanos.
* Enrique Bernales es profesor de Gestión Pública en el Instituto de Gobierno de la San Martín, de Régimen Político en el posgrado de la Católica, Director de la tesis en la U. Católica y dicta Derecho Constitucional, en primer año, en la U. Raimundo Ruiz de Montoya y en sus tiempos libres prepara óperas y apoya a jóvenes cantantes peruanos.
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