En el entorno de la presidenta habría incomodidad por los flancos que se ha abierto el primer ministro. Primero, con el Ministerio Público, que tiene sus propias luchas intestinas, como se ha visto esta semana. Luego, con el contralor de la República. Un reportaje que grafica esos roces se publicará pronto en un diario limeño. Y, finalmente, con los propios ministros del gabinete, algunos de los cuales incluso se han quejado porque tienen ‘cola’, como se le dice en el argot policial al seguimiento de inteligencia. La exasesora presidencial Grika Asayag también denunció en su momento ser víctima de un reglaje. Esto ha echado luces sobre la función de la DINI y sobre los cambios necesarios en esa área, sobre todo ahora que se debate el rol de la inteligencia en la lucha contra la inseguridad ciudadana.

El flamante canciller se ha visto fortalecido por más de una razón. No solo la izquierda progresista tuvo que recular tras evidenciar su doble rasero al criticar la cuenta Onlyfans de su hijo y su nuera. Además, muchas figuras que van desde la centroizquierda hasta la derecha han tenido palabras elogiosas para su perfil. La anterior canciller, por ejemplo, era muy criticada desde la derecha, a pesar de ser de carrera. Su permanencia en el cargo se reforzó, además, porque había sido profesora del hijo de la presidenta en la Academia Diplomática del Perú. Un eminente abogado constitucionalista incluso dijo en un programa de Willax que el actual canciller podía proyectarse como próximo primer ministro. La plataforma noticiosa no es casual. Medio en broma medio en serio, se le ha considerado un ‘ministro Willax’ por su evidente cercanía con el ecosistema del canal. Ello a pesar de la crítica que recibió de Phillip Butters, quien parece ser ‘only fan’ del primer ministro, a juzgar por la reciente entrevista que le hizo. ¿Quién llevó a Javier González-Olaechea a la Cancillería? Claramente no fue Otárola, porque los roces ya se vislumbran. Una voz del gabinete recuerda que González-Olaechea trabajó con Javier Pérez de Cuéllar y es cercano a su familia, incluyendo a su nieta que hoy es ministra de Vivienda. “Podría hacer equipo con ella”, dice un analista cercano, aludiendo al entorno social que ambos comparten. “Tiene el visto bueno de la derecha”, desliza, sugiriendo un agotamiento del actual gabinete.

La voz que habría sugerido al canciller es la de Ángel Delgado, exregidor de Izquierda Unida durante la alcaldía de Alfonso Barrantes, hoy convertido en panelista de Willax y figura de la Coordinadora Republicana. Dina Boluarte apoyó a Delgado cuando este último fue candidato a vicedecano del Colegio de Abogados de Lima (CAL), en la lista de Jorge Santistevan de Noriega. El jefe de campaña en aquel 2009 era Mariano González, luego ministro del Interior y de Defensa. Y el decano en ejercicio en aquel entonces era Walter Gutiérrez, hoy embajador del Perú en España. Todos son parte del entorno de amigos de izquierda de la presidenta.

La presidenta Boluarte, además, es conocida por su cercanía ideológica a ‘Frejolito’, a quien ha mencionado en más de un discurso. De esta manera, busca construir un perfil de izquierda democrática y antisubversiva, en clara oposición a la izquierda radical, tanto la de los 80 como la de ahora. Eso explica la química inicial con Alberto Otárola, del entorno de Enrique Bernales, exsenador de Izquierda Unida e Izquierda Socialista y candidato a vicepresidente de Barrantes. Y también la cercanía de Edmundo Murrugarra, quien se plegó al proyecto boluartista desde el inicio.

Volviendo a Walter Gutiérrez, el actual embajador protagonizó un conato de enroque en la pasada quincena de octubre. En reunión privada con la presidenta, este le habría hecho llegar sus requisitos para asumir un probable premierato. Según una fuente cercana, esta habría accedido. Pero a última hora el embajador habría reculado. Días después, ya con la crisis de Torre Tagle encima, se le ofreció el cargo de canciller. Como sucedió con Jorge Nieto Montesinos a fines de 2022, el nombramiento se frustró en la puerta del horno. Y, al parecer, más por las dudas del aspirante que por la decisión final de Palacio.

Otárola, sin embargo, se prepara para seguir dando la batalla. A pesar de su evidente desgaste, parece ser consciente de que es muy difícil conseguir un primer ministro de su perfil. Y, aunque sabe que se vienen más denuncias amicales desde Panorama, ya contraatacó desde Cuarto poder. La denuncia contra Nicanor Boluarte habría dejado una estela de preguntas y dudas. No tuvo la contundencia del caso Sarratea, como se pretendió, pero sí encendió las luces sobre un personaje que suele operar en las sombras. Por lo pronto, la Fiscalía de la Nación ya ha citado al hermano de la presidenta a declarar el martes 21 de noviembre a las 9:30 horas. La investigación es por colusión y tráfico de influencias.

“La persona (Nicanor Boluarte), el familiar al que mencionaron, no trabaja para el Estado y él puede recibir a quien se le pegue la gana”, espetó indignada la presidenta cuando fue consultada por las recientes reuniones de su hermano con Nixon Hoyos Gallardo, alcalde de Nanchoc (Cajamarca), cuyo distrito recibió un presupuesto de casi S/20 millones, entre otras personas. Una declaración desafortunada que alerta un blanco fácil para posteriores ataques. El exprocurador anticorrupción Christian Salas sugirió una carta bajo la manga que tendría Nicanor: la fecha de la decisión de la habilitación presupuestal podría haberse dado antes de la mentada reunión. Ese dato, de confirmarse, podría sustentar si hay una relación directa de causa-efecto.

El hermano presidencial es la mano invisible presente en muchos de los ministerios, asesores incluidos. De todos los hermanos de Dina, es la figura más experimentada, políticamente hablando. En el gobierno de Ollanta Humala ocupó el Viceministerio de Trabajo en la gestión del entonces ministro Daniel Maurate. Allí, Boluarte se jaló a Julio Demartini para trabajar con él. Y también en ese entorno conoció a Hania Pérez de Cuéllar, en ese entonces asesora cercana a la Presidencia. Fue el propio Nicanor, finalmente, quien convoca a Otárola, a sugerencia de Alfonso Adrianzén, quien fue viceministro de Promoción del Empleo y Capacitación Laboral de diciembre de 2014 a marzo de 2015, bajo la batuta del entonces ministro de Trabajo, Freddy Otárola, hermano del hoy premier. Aquella vez, el requerimiento era buscar a un primer ministro que tienda puentes con el fujimorismo. Y esa función la cumplió Otárola, quien hasta hace poco era el amigo elegido de la derecha fujimorista. Pero parece que alguien ahora busca apagarle la luz.