Manuel Merino de Lama asumió la presidencia en medio de protestas

Apenas un mes atrás, en la antesala de la presentación de la primera moción de vacancia, el mismo Merino tocaba las puertas de los cuarteles para sondear la postura de las Fuerzas Armadas sobre su eventual asunción a la primera magistratura.

Ayer, tras recibir el reconocimiento de los altos mandos castrenses, en una audiencia privada en su despacho, el titular del Congreso se presentó en el hemiciclo, juró al cargo de presidente de la República y dirigió al país un deslucido discurso en el que reiteró que se cumplirá el cronograma electoral.

Casi en simultáneo, en Lima y por lo menos 11 regiones –Cusco, La Libertad, Junín, Arequipa, Puno, Áncash, Piura, Huánuco, Huancavelica, Lambayeque y Ayacucho–, ciudadanos descontentos salían a las calles para dejar constancia de su rechazo a la decisión parlamentaria de colocar nuevamente al país al borde del despeñadero.

A ellos, en su alocución de poco más de 10 minutos, Merino les pidió calma. Asimismo, a modo de justificación, sostuvo que la destitución de Martín Vizcarra no fue con “votos comprados” y que se respetó “el debido proceso”.

“Aquí no hay nada que celebrar; es un momento muy difícil para el país”, agregó, omitiendo que el 78% de la ciudadanía, según una encuesta de Ipsos, ya se había pronunciado a favor de la continuidad del hoy expresidente con cargo a que sea investigado al concluir su mandato.

A renglón seguido, Merino esbozó los seis temas que priorizará en los ocho meses que tendrá a su cargo la conducción del país: elecciones y transición democrática, salud, reactivación económica y empleo, descentralización, educación, seguridad ciudadana, unidad nacional y lucha contra la corrupción. Sin embargo fue todo declarativo. Salvo su dicho de que, en lo posible, se mantendrá a los equipos médicos y técnicos que tienen a su cargo la lucha contra la pandemia o que la reactivación económica es impostergable, el también legislador de AP no dijo más.

Concluida su presentación, enrumbó a Palacio de Gobierno, donde empezó a definir la composición de su gabinete.

Las calles de Lima, en tanto, fueron inundadas por cientos de manifestantes que, provistos de banderas y carteles, manifestaron su disconformidad con la salida de Vizcarra y su reemplazo por Manuel Merino.

Sus intentos de llegar hasta la avenida Abancay y, eventualmente, a la Plaza Bolívar, en el frontis del Palacio Legislativo, fueron inútiles. La Policía no dio tregua y, para contener el avance de los marchantes, no dudó en lanzar indistintamente agua y bombas lacrimógenas recibiendo como respuesta una lluvia de piedras y botellas. Lo ocurrido derivó en la detención de más de una decena de ciudadanos.

Un clima de tensión similar se vivió en diferentes puntos del país. En el Cusco, un centenar de manifestantes se enfrentó a la Policía en el Centro Histórico, mientras otro grupo lanzó piedras y pintura a la sede de Acción Popular (AP), partido al que pertenece Merino. En Trujillo, los reclamos estuvieron dirigidos a Alianza para el Progreso (APP), la agrupación de César Acuña que, junto con AP, selló la salida de Vizcarra del gobierno. Lo mismo ocurrió en Lambayeque. Allí, el blanco de los reclamos fue el legislador Humberto Acuña, quien se encontraba en las afueras del local de APP. En Arequipa, cientos de estudiantes, jóvenes y colectivos ciudadanos recorrieron pacíficamente las calles para dejar constancia de su rechazo a la vacancia, mientras que en Huaraz, Chimbote, Huánuco, Ayacucho y otras ciudades, la población también hizo sentir su fastidio contra el Parlamento.