Como una prócer de la democracia directa 2.0, la aún congresista Digna Calle dice tener línea directa con sus electores. El Zoom y las videollamadas, explica, son las herramientas que mediante fibra óptica la mantienen en constante diálogo con sus representados. Para eso, finalmente, está el trabajo remoto, explica en entrevista desde su casa con piscina. Defiende así la democracia directa desde la virtualidad del clic, pasando por el plebiscito online y los referéndums virtuales. Una nueva forma digital de renovar la vieja maña autoritaria de ‘saltarse’ al desprestigiado Congreso y su democracia representativa, como bien lo saben algunos políticos de la región. Y la inteligencia artificial, por supuesto, encierra futuras e inexploradas ventajas para el teletrabajo y la representación política virtual. Hologramas que ‘viajen’ por el país en la semana de representación, avatares participando en múltiples comisiones, un ChatGPT que fiscalice al ministro de turno... El cielo es el límite. Total, si la presidenta puede despachar desde su laptop en pleno vuelo y ‘Nano’ Guerra puede ser inquisidor desde la playa, ¿cuál es la diferencia? La congresista se despacha frente a la reportera de Cuarto poder. “Mira los plenos”, le dice, “¿acaso están llenos? Y en las comisiones solo está la presidenta y su secretario. En cambio, yo sigo con mis electores, no los he defraudado”. También se explaya en Exitosa frente a un conductor que más que inteligencia artificial maneja la estupidez natural. “No me siento cómoda ahí junto a tantos denunciados por actos de corrupción y ‘mochasueldos’”, le dice la parlamentaria que niega ser conchuda. “Ser conchudo es darle la espalda al pueblo peruano y aferrarse con uñas y dientes a sus curules”, complementa. “Ya no quiero pertenecer a ese Congreso, yo no puedo estar en un Parlamento que no ve lo que la población necesita. ¿En qué se ha convertido este Congreso?”, exclama. “Estoy aquí para desmentir esta narrativa perversa que se ha dicho contra mi persona. La mayoría están inmersos en casos de corrupción… ¿quiénes me van a juzgar y señalar?”.

Por su lado, el Parlamento parece servirle de excusa perfecta. Un chivo expiatorio que parece entrampado entre denuncias constitucionales, un presidente que no termina de sentarse y una desaprobación de 81%, según Ipsos. La ley de la calle es la única que se respeta en estos tiempos, ya se sabe. Es decir, la ley de las marchas y protestas. Calle dice que ha presentado más proyectos de ley en los ocho meses que estuvo en los Estados Unidos que otros colegas en toda su vida representativa en Lima. “Hasta 80 han presentado solo 6 proyectos”, dice, a diferencia de ella que presentó 8. “Y hay 6 parlamentarios que no han presentado ninguno.” Así mide Digna Calle su productividad. “¿Quién hace más por su país, ellos que están calentando su curul?”, se pregunta retóricamente. “Yo he seguido trabajando, en ningún momento he dejado de trabajar pese a pedir licencia y no cobrarle un sol al Estado”, agrega. Y, sin embargo, se cuida de no atacar a sus aún colegas de Podemos, con quienes dice aún no haberse podido reunir. Dice que la decisión que tomó fue al enterarse de que los planes de sus hijos cambiaban para estudiar en Estados Unidos. Pero parece que los periodistas que la entrevistaron no cruzaron la data con las fechas de ventas de sus casas. Porque ya en junio de 2021, siendo congresista electa, había creado una empresa en Estados Unidos junto con su esposo. Un mes después de creada, adquirieron una propiedad en Corsica Drive, en el condado de Palm Beach en Florida. La vivienda fue luego transferida a la empresa Dafi and Company LLC y luego vendida a un tercero. La operación se repitió con una segunda vivienda en la calle Grover Lane, también en Palm Beach, Florida. Y con una tercera vivienda en la calle Raymond Drive, también en el mismo condado de Florida. En esta última, dice, viven sus hijos, nietos y más familia extendida. Los Espinoza Calle tienen su pequeño imperio en Miami. Pero eso empezó desde mucho antes de que el actual Congreso estuviese desprestigiado y aun antes de que Digna Calle fuese parlamentaria. “No me interesa lo que piensen mis colegas, he pisado demasiados callos ahí, me interesa solo lo que piense el pueblo”, dice. “No me extrañaría que voten para inhabilitarme”. Y por única vez parece que Digna Calle tiene razón. Porque según varios congresistas los votos ya están listos para desaforarla. Incluso antes que al ministro de Defensa, puesto que de este último aún no han salido las denuncias de compras de aviones que ya se comentan en los pasillos del Congreso. Después de todo, Digna Calle olvida que el ‘pueblo’ que dice defender es también una entelequia, un concepto, una virtualidad. Y mientras sea así, no se manifestará en las calles para salvaguardar su dignidad.