Como todos los domingos, desde muy temprano una larga fila se forma a las afueras del penal Anexo Mujeres del distrito de Chorrillos. Es día de visita de varones. Desde antes de las 9 a.m., en que se abren las puertas, padres, esposos, hijos, hermanos y amigos llegan con comida y agua para ver al ser querido que está al otro lado, privado de su libertad por diversas razones.
Alrededor de las 8:50 a.m. se estaciona al lado del lugar una camioneta ploma de lunas polarizadas. Nadie baja del vehículo. El conductor está esperando que la “coordinadora”, como la llaman los policías, avise cuando sea el momento de entrar al penal.
El misterioso conductor es Mark Vito, esposo de Keiko Fujimori, investigada por lavado de activos por los irregulares aportes de campaña, entre ellos los recibidos de Odebrecht. Fujimori cumple prisión preventiva de 36 meses.
Él, a diferencia de los otros visitantes, no hace cola, solo espera la señal. En su lugar está otro hombre que le reserva un espacio para que sea uno de los primeros en entrar.
Quince minutos después baja del vehículo con una bolsa en la mano que contiene un táper y un paquete de diarios para que su esposa se mantenga al tanto de las noticias.
Vestido de camisa a cuadros, jean sin correa y zapatos sin pasador –porque es lo que señala la regla para visitas a los penales– se dirige a la puerta. Perú21 lo aborda antes de que ingrese. Solo dice: “Son momentos bastante difíciles”.
Luego abraza al hombre que lo esperaba en la fila e ingresa a encontrarse con Keiko, a quien, como él nos dice, “solo puedo ver los domingos”.
Mark Vito, a quien también se le investiga por presunto lavado de activos, ya no tiene impedimento de salida del país.