El martes empezaba con un rumor que rápidamente se convirtió en confirmación con el paso de los minutos: cambios en el desgastado gabinete de una presidenta que horas después, sin embargo, confirmaría con estas movidas que hace oídos sordos al país.
Dina Boluarte ha perdido una gran oportunidad, una más, de enmendar el rumbo de su cuestionada gestión y apartar de su gobierno a quien la ciudadanía espera hace mucho que se vaya: Juan José Santiváñez, su sospechoso e insalvable ministro del Interior, responsable de que la delincuencia haga lo que quiere en el país.
Pero la mandataria prefirió la complicidad, mantener en el cargo a Santiváñez y reemplazar a cuatro ministros, entre ellos a dos que parecían más que firmes en el equipo: Javier González-Olaechea, en Relaciones Exteriores, y Hania Pérez de Cuéllar, en Vivienda.
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Con ellos se fueron también Leslie Urteaga, en Cultura, reemplazada ahora por Fabricio Valencia Gibaja; y Elizabeth Galdo, de intrascendente paso por Comercio Exterior y Turismo, y sucedida por Úrsula León Chempén.
De Vivienda se ha hecho cargo Durich Whittembury Talledo, vinculado a la gestión del golpista Pedro Castillo y que promovió a los recomendados de Sada Goray a pedido del entonces ministro Geiner Alvarado, mientras que Elmer Schialer es el nuevo canciller, una designación tan sorpresiva como ahora preocupante.
Y es que apenas el nuevo titular de Relaciones Exteriores enfrentó a la prensa en las afueras de Palacio de Gobierno dejó una frase que sentaría la nueva y radical posición que adoptaría el gobierno sobre Nicolás Maduro y el fraude electoral en Venezuela.
“Los problemas de Venezuela deben ser resueltos por los venezolanos”, dijo en su estreno como canciller cuando le preguntaron qué opina de los tramposos comicios en ese país. Una posición extrema a la de González-Olaechea, quien lideró en la Asamblea de la OEA una dura lucha por la defensa de la democracia en Venezuela y en contra del fraude del chavismo. Una declaración bastante similar a la que hicieron en su momento los partidarios de Perú Libre.
En redes sociales, además, circuló un presunto reposteo que el nuevo canciller le habría hecho a un mensaje que publicó en su cuenta de X el prófugo Vladimir Cerrón, en abril de 2021, y que se hace necesario que Schialer aclare.
EL FACTOR VENEZUELA
González-Olaechea y Pérez de Cuéllar presentaron sus renuncias en medio de una desgastada e insostenible relación que los ahora exministros mantenían con el premier Gustavo Adrianzén. Y es que según fuentes del Ejecutivo, el jefe de la PCM quería viajar con ellos a los eventos en los que estos eran invitados fuera del país. Sus ministros se opusieron siempre remarcando que su presencia en esas actividades no correspondía. El premier quiso estar presente, incluso, en la asamblea de la OEA y ser él y no su entonces canciller el que fijara la posición peruana ante el fraude chavista. A partir de ahí y luego de que el ministro se ganara el respeto internacional, Adrianzén, según esta fuente palaciega, aprovechó para calentarle la oreja a la presidenta diciéndole que el canciller le estaba quitando protagonismo. Semanas después, González-Olaechea no está más en el Gobierno y Vladimir Cerrón, el dueño de Perú Libre y amigo del chavismo, celebra.
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