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Héctor López Martínez: "Del pavor se pasó a un estado impresionante de jolgorio, de alegría”

El día de la independencia. A inicios de 1821, miles de personas morían a causa de la fiebre amarilla en el Perú. En ese año de pandemia, don José de San Martín proclamó la independencia. ¿Cómo se vivió ese histórico día hace 203 años? El historiador Héctor López Martínez nos recuerda cómo la llegada del ejército patriota a Lima cambió abruptamente el estado de ánimo de toda la población. Autor del libro La expedición libertadora del Perú, López Martínez nos cuenta cómo se celebró aquella declaratoria independentista.

Imagen
HÉCTOR LÓPEZ MARTÍNEZ
Fecha Actualización

Don Héctor, cuéntenos, ¿cómo fue la celebración aquel 28 de julio de 1821 en Lima?

Permítame hacer una introducción para ubicarnos en el tiempo. En los meses de enero y febrero de 1821, ocurrió una epidemia de fiebre amarilla. El ejército de don José de San Martín estaba acantonado en Huaura y la epidemia fue tan grande que murieron unos 1,200 soldados entre oficiales y, sobre todo, tropa. Incluso el propio San Martín estuvo a punto de morir. Paralelamente, en Lima, también se daba la epidemia, los realistas también sufrían todas las consecuencias, la población de Lima, los hospitales colmados, era una cosa espantosa. Y cuando San Martín llega a Lima en el mes de julio, ya la cosa había amainado porque precisamente el frío había provocado que la epidemia remitiera. La ciudad estaba absolutamente en un estado de pavor porque, el día 6 de julio, el virrey se había retirado con todo su ejército, la ciudad había quedado desamparada, a merced de una gran cantidad de guerrilleros patriotas que asediaban las murallas, porque Lima era una ciudad amurallada. Pero, junto con las guerrillas patriotas, también había bandoleros. La ciudad está completamente, como lo repito, desguarnecida. El pavor era tal que las señoras importantes de Lima se refugiaron en los conventos.

 

Un escenario bastante álgido…

Sí, pero sucede que, desde el 27 de julio, el clima cambia de buenas a primeras, como si nada hubiera ocurrido; vuelve el jolgorio, el regocijo, la música, grandes demostraciones, baile del Cabildo, baile en Palacio de Gobierno, fuegos artificiales, salvas de cañones, tañir de las campanas de los 54 templos de Lima, es decir, una transformación general.  Del pavor se pasó a un estado impresionante de jolgorio, de alegría. La población ya estaba preparada; una gran mayoría ya había interiorizado lo que significaba la llegada del ejército patriota. Es muy interesante observar cómo se pasa de un momento sumamente difícil, y —creo no exagerar— hasta trágico, a un momento de una explosión de alegría, de felicidad, de contento, y es un hecho. Creo que resulta muy interesante porque pinta las características de la población de Lima en ese momento tan señalado como fue el 28 de julio de 1821. Y luego la ceremonia, que en sí es muy importante y tiene un impacto muy grande, no solo en América, sino también en Europa por lo que significaba Lima liberada, la capital más importante del virreinato que tenía España; psicológicamente fue un golpe muy interesante. Con la declaración de la Independencia se dio inicio a un proceso que se culminaría precisamente con la batalla de Ayacucho. Pero el inicio fue importante por la idea de que ya estábamos dentro de un ámbito independiente.

 

¿San Martín ya estaba seguro de cuándo debía ingresar a Lima?

Yo creo que el proceso de la independencia tiene una nota característica muy interesante, y es que San Martín prepara a la población de Lima, la va preparando mucho antes incluso de que llegara al Perú, porque es una cantidad impresionante de personas que están en comunicación con él y con sus agentes acá en Lima. De otro lado, parte de los limeños, sobre todo de los más altos estamentos, encabezados por José de la Riva Agüero, están preparando el ambiente. Y él, antes de desembarcar en Lima, tiene una conversación con un marino escocés, Basilio Hall, y le dice que a San Martín lo que le interesa es ganar las voluntades de los limeños, que él no quiere ingresar a Lima a sangre y fuego, ni nada por el estilo, sino ganarse a la población de Lima, a la población del Perú en general que desee, que quiera la independencia, y eso es lo que él va a ir trabajando conforme pasan los días.

 

¿Cuál era la tradición en esa época, qué se comía en estas celebraciones, cómo se festejaba?

No lo sé, pero acudo a un libro sumamente interesante que es El Álbum de Ayacucho, editado en el año 1862 por José Hipólito Guerra. En este libro están los principales documentos, desde la época sanmartiniana hasta la capitulación de Ayacucho, y tiene también en la última parte una serie de aspectos sumamente interesantes. En el momento de la jura de la independencia, el 28 de julio, así como se asocia una canción equis con una festividad, con alguna circunstancia, estaba en plena moda una canción que se llamaba “La chicha” (ver letra en la página 9). Aquí tenemos pues una serie de platos que se comían en ese momento y la canción de moda en el momento preciso, el 28 de julio.

 

¿Y qué personajes que marcaron la historia de nuestro país en ese entonces han quedado en el olvido?

Como lo mencioné antes, había un número grande de guerrilleros; los guerrilleros fueron personajes realmente muy importantes en todo el proceso de la independencia; desde la época de San Martín hasta la victoria de Ayacucho. Tuvieron misiones de gran trascendencia, eran la avanzada, los que informaban, los que iban hostilizando al ejército realista, de tal manera que eran personajes anónimos desgraciadamente. Conocemos unos pocos, por ejemplo, el gran Ninavilca, que fue uno de los grandes guerrilleros de Huarochirí. Todas las poblaciones de la serranía limeña estaban muy compenetradas con la independencia y lo mismo va ocurriendo más adelante, incluso, cuando ya viene Sucre. Una de sus principales tareas va a ser ponerse en contacto con todas las guerrillas, muchas, sobre todo, en el Callejón de Huaylas, en Huánuco, en los diferentes puntos donde iba a ir avanzando el ejército libertador rumbo a Junín, primero, y posteriormente hacia Ayacucho.

 

Todos los líderes tienen una mano derecha. ¿En el caso de San Martín, quién fue su mano derecha?

La persona más cercana a San Martín en todo momento fue Tomás Guido, un general argentino que también fue ministro. Básicamente la importancia que tiene Guido es que no solo era amigo de San Martín, sino su confidente, la persona de más confianza. Se ha publicado hace pocos años un epistolario, y yo les doy muchísima importancia a las cartas, sobre todo cuando son de carácter personal. Eran cartas que no se pensaba en ese momento que iban a ser publicadas algún día como fuente histórica, de tal manera que ahí San Martín cuenta sus estados de ánimo, sus problemas, sus dolores, porque San Martín era una persona que tenía una salud sumamente delicada; en algún momento hacía crisis, incluso.

 

Y, dentro de la estrategia de San Martín para poder lograr la independencia, ¿qué personajes tuvieron un rol determinante?

Básicamente son Guido; Necochea; Juan García del Río, que fue a negociar un empréstito a Europa; el propio Riva Agüero; Torre Tagle; y el gran personaje dentro de todo este conglomerado con prioridad absoluta es Bernardo O’Higgins, que en ese momento gobernaba Chile. La Expedición Libertadora no habría sido posible sin el respaldo de Chile, en lo económico, en lo diplomático, y básicamente también con el elemento humano, con soldados chilenos en gran proporción. Ellos también juegan un papel muy importante.  

 

¿Si todos ya sabían que la independencia iba a llegar, la expectativa estaba puesta en San Martín o ya era un sentimiento colectivo el participar?

Un proceso de la trascendencia como es el cambio absoluto, no solamente de gobierno, sino de estructuras generales, obviamente no se hace de la noche a la mañana. Aun en el momento en que ya están dándose los acontecimientos de la independencia hay muchas personas que ya tienen la certidumbre, de que sea la independencia; hay muchas personas que están todavía indecisas; y otras que no desean el cambio. Pero, como le decía hace un momento, San Martín precisamente había trabajado mucho tiempo atrás procurando en el deseo, en el ánimo de la población de Lima, porque esto no podía extenderse rápidamente —no pensemos en los criterios actuales en que las noticias pueden volar inmediatamente—, había focalizado su trabajo en Lima, habida cuenta de la importancia que tenía no solamente como capital del virreinato más antiguo, sino por lo que hubiera significado ya Lima libre, y entonces eso, pues, inmediatamente atraía a otras gentes, atraía a otras personas, también, para que replicaran esta actitud que había tomado la capital.

 

Ya para finalizar la entrevista, don Héctor, ¿qué le diría a la juventud de hoy que no conoce todos estos detalles tan ricos de nuestra historia?

Hay muchos detalles que lamentablemente no se conocen y el detalle no es lo importante; lo importante es lo que conlleva. La historia tiene una función fundamental y es la de presentar no solo personajes de carácter ejemplar. Desgraciadamente, cuando se produjo el gobierno de Velasco, desapareció el curso de Historia del Perú de los colegios, y si hoy preguntamos a cualquier joven, no tiene absolutamente ningún conocimiento de lo que es la historia del Perú, y aunque pudiese lo que digo mostrarse como una manera demasiado pesimista de ver las cosas, mucho de lo que está ocurriendo es simplemente por falta de conocimiento, no solo de la historia, no solo en muchas otras cosas, en el ámbito de la política, de las humanidades, simplemente porque hoy hay, diríamos, una suerte de desprecio por el pasado del Perú y eso ya es bastante difícil que se puede recuperar. Ojalá que se pudiera, se necesita tiempo, se necesita, sobre todo, voluntad, una voluntad que sea compartida por muchas personas.