Como hemos estado viendo por lo sucedido con Karelim López, Bruno Pacheco, Fray Vásquez, Juan Silva y otros, el 2022 se ponía color de hormiga para Pedro Castillo, situación en que los servicios de ‘El Español’ probarían ser de mucha mayor importancia y urgencia.

Retomemos el hilo de este relato el 23 de mayo de 2022, cuando Dimitri Senmache fue sorpresivamente nombrado como el quinto ministro del Interior del régimen.

Según su propia versión, Senmache conoció a Hernández por Facebook durante su época de jefe de gabinete de asesores del tercero, Avelino Guillén. Dice que con él usaba el alias de “Jorge Ibars” y le comentaba sus publicaciones en esa red social. Cuenta que se reunió con él por primera vez en La Bonbonniere. Según Senmache, “Ibars” conocía a mucha gente en Interior. “Si no has trabajado en el sector y conoces todo esto, es que tienes buenos contactos”, dijo en alguna ocasión. Hubo, según él, otros cuatro encuentros en donde le dijo que conocía a varios otros generales de la PNP.

Por las relaciones que Senmache ya tenía con ‘El Español’, por el inaudito rol que como ministro le dio durante su breve periodo en el cargo, por el tipo de favores que le hacía Hernández a Pedro Castillo para proteger al fugado Fray Vásquez, por el poder que tuvo para que Castillo ponga más adelante al general Alfaro como comandante general de la PNP; por todas esas razones, pienso que es tentadora la hipótesis de que Dimitri Senmache fue la carta de ‘El Español’ para que sucediera a Alfonso Chávarry como ministro del Interior.

Por ese entonces comandaba la PNP el general Luis Alberto Vera Llerena, el cuarto de los cinco que tuvo la PNP durante los 498 días de Castillo en el poder.

Pese a que los cambios de colocación de oficiales generales se hacen (y se habían hecho) a comienzos de año, el recién nombrado ministro quiso repartir de nuevo la baraja. Más allá de la inestabilidad que eso da a cada dirección de la PNP y el alto costo económico que ocasiona implementarlo, el evidente objetivo era atender mejor las necesidades presidenciales que, por ese entonces, ya no coincidían con las del país.

Los tres protagonistas de las reuniones para los cambios de colocación coinciden en la misma versión. Las deliberaciones se llevaron a cabo en el departamento de San Isidro que compartían Hernández y Castellanos, aprovechando que este último se encontraba de vacaciones en su país natal. Confrontando fechas y declaraciones, había en San Isidro un huésped oculto, pero ese es tema para un poco más adelante en esta crónica.

En un hecho probablemente inédito en la historia de la PNP, las discusiones sobre las posiciones que debían ocupar cada uno de los generales se dieron entre el ministro del Interior y el comandante general, pero incluyeron también a un ciudadano extranjero y sin función pública alguna.

Según Vera, él recibió órdenes directas del presidente Castillo para que converse con el ‘Gringo Javier’, otro de los tantos alias que acompañaron a Hernández por esos tiempos. Cuando se destapó el escándalo, Vera sostuvo que “con un tono de voz imperativo y con gestos autoritarios, este sujeto, tomando el nombre del presidente Castillo, ordenaba qué generales debían ser cambiados y quiénes debían ser sus reemplazos”.

Si así pensaba, cabe preguntarle ¿por qué denigró el cargo que ostentaba de comandante general de la PNP, aceptando esas imposiciones ilegales? ¿Por qué no renunció? ¿Por qué no lo denunció? Lo mismo cabe preguntarle al fugaz ministro Senmache.

Lo cierto es que en junio de 2022 se publicó la Resolución Suprema 114-2022-IN, con el “visto” de Llerena y firmada por Castillo y Senmache, disponiendo la reasignación de 20 generales de la Policía.

A Vera lo complican sobremanera otras relaciones, incluso más cuestionables, con ‘El Español’. En una pieza clave de sus testimonios para aspirar a ser colaborador eficaz, ‘El Español’ se autoincriminó de haber escondido al sobrino de Fray Vásquez, desde días antes del 13 de abril en que se emitiera la orden de tres años de prisión preventiva en su contra.

Lo cobijó primero en la ya referida casa de Roma en San Isidro y en septiembre lo trasladó a la casa de La Molina, donde habría estado hasta febrero de 2023, bien adentrado el nuevo gobierno. ‘El Español’ ha señalado, además, que tanto Vera como Alfaro estaban al tanto de lo que hacía y que colaboraban.

Hay una foto de Fray Vásquez durmiendo la siesta cómodamente en una hamaca, presuntamente en la casa de La Molina. Ello da cuenta también de la meteórica velocidad del enriquecimiento de ‘El Español’, quien, en solo siete años en el Perú, pasa de un modesto condominio en el Callao a un barrio elegante de San Isidro, cerrando el ciclo de prosperidad en un caserón que alquilaba por US$36 mil al año, con siete habitaciones, jacuzzi, piscina temperada y un extenso jardín. Era, además, propietario de diez gatos “Esfinge” de un costo estimado de US$3,000 cada uno. No sé si los más caros, pero definitivamente los únicos feos de su especie.

¿Cuánto del dinero que permitió esos lujos y excentricidades vino de fondos públicos?

Los que aspiran a premios de la justicia, a saber, disminuir significativamente su condena, deben documentar sus dichos. Con ese propósito “El Español” entregó a la Fiscalía varios chats comprometiendo severamente a Vera, a partir de lo cual queda claro que este sabía lo que ocurría y que “apoyaba”, saboteando los esfuerzos de sus colegas para detener al sobrino y a Juan Silva.

Hay, por ejemplo, una pantalla de WhatsApp donde Vera le hace saber que hay un grupo de inteligencia de la Dirandro cerca del sobrino. Otra en que le avisa “mañana será la detención del alcalde Anguía y empresarios de la zona”.

El más revelador es el audio que Fray Vásquez, escondido en la casa de San Isidro, envía al celular de El Español”: “Mano, ¿no crees que este huevón de Vega Llerena me cague? Puta, se ve que pasan y pasan a ratos por acá patrulleros. Anoche también he visto y puta madre, huevón. A ver, coordíname esa vaina, huevón. ¿Cómo es? Tengo miedo de esa huevada, huevón”.

Más allá de la fijación lingüística del aterrado sobrino con las posturas de gallina -como decían las abuelas- el audio confirma que el encargado de su protección era Hernández y que el comandante general de la PNP colaboraba en el ocultamiento.

Cierro esta crónica de la protección a uno de los fugados más entrañables de Castillo mencionando un hecho que quizás carece de mayor trascendencia pero que me despierta curiosidad.

Si uno cruza las fechas y acepta como cierta la autoinculpación de Hernández, Fray Vásquez estaba en la misma casa de San Isidro cuando las reuniones de “El Español” con el ministro y el comandante general. Quizás, incluso, pudiendo escuchar lo que allí se conversaba. Sería una curiosa anécdota de promiscuidad en lo delictivo.

Dejemos por un momento las andanzas de “El Español”, sus favores a Castillo y cómo esto le daba creciente poder y volvamos a la crisis política que, entre junio y agosto, seguía empeorando.