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Falleció Javier Valle-Riestra, defensor de las libertades y derechos humanos
Fue uno de los últimos representantes de una generación que se caracterizó por el ejercicio de la política con debate alturado, sin escándalos ni priorizando los intereses personales o de partido por encima de los del ciudadano.
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Tuvo una prolífica carrera política y jurídica. Javier Maximiliano Alfredo Hipólito Valle-Riestra González-Olaechea, abogado, regidor metropolitano, diputado y dos veces senador por el Partido Aprista y miembro de la Asamblea Constituyente de 1979 que presidió Víctor Raúl Haya de la Torre, falleció ayer a los 92 años. El sepelio, a pedido de su familia, se realizará en privado. Sus restos se velan en la iglesia Virgen de Fátima.
Valle-Riestra fue uno de los últimos representantes de una generación que se caracterizó por el ejercicio de la política con debate alturado, sin escándalos ni priorizando los intereses personales o de partido por encima de los del ciudadano. Su defensa férrea de las libertades y derechos humanos no hizo distinción entre simpatizantes y detractores, y hoy —en tiempos de inestabilidad y confrontación en el país— su ejemplo bien podría ser imitado por nuestra clase política.
APORTE CONSTITUCIONAL
El llamado tribuno dejó huella en los diferentes roles que desempeñó, pero el que consideró como el más importante de su vida —según comentó él mismo en una entrevista— fue el de constituyente, en el que dio aporte valioso en el capítulo de derechos humanos, la creación de la Defensoría del Pueblo y del Tribunal de Garantías Constitucionales, hoy Tribunal Constitucional y la jurisdicción supranacional como la Convención Americana sobre Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos.
Defensor de la bicameralidad y opositor férreo de la reelección presidencial, deportista disciplinado y persona “virtuosa y sin pecados” —”no fumo, no bebo licor y todos los pecados que he tenido ya me han sido absueltos”, dijo alguna vez—, Valle-Riestra fue presidente del Consejo de Ministros en el segundo gobierno de Alberto Fujimori y, pese a recibir el voto de confianza del Parlamento, se mantuvo solo 45 días en el cargo. Solicitó al Congreso la revisión de las leyes de interpretación auténtica, que daba paso a la tercera reelección de Fujimori, de reforma del sistema judicial y la que amparaba la intervención en universidades nacionales, entre otras.
Su postura públicamente cuestionadora del accionar del entonces mandatario le generó no pocos roces, tanto a nivel gubernamental como con el Partido Aprista, que desaprobaba al régimen fujimorista. “Quise democratizar el gobierno desde dentro, proponiendo la no reelección, el retorno del Perú a San José, pero me equivoqué. No pensé que Fujimori estaba tan contaminado por (Vladimiro) Montesinos”, reflexionaría tiempo después.
En los últimos años se mantuvo alejado de la política activa y quienes lo conocieron, y quienes no, pero aprendieron con sus libros sobre diversas materias jurídicas, hoy lo despiden con gratitud. Lo mismo en su partido, el Apra, con el que tuvo una relación un tanto accidentada. “Soy un aprista sin carnet”, señaló en algún momento. Jorge del Castillo recuerda: “Él tuvo a veces una relación tormentosa con el Apra y tenía una frase: ‘es muy difícil ser aprista, pero es más difícil dejar de serlo’”. Descanse en paz, Javier Valle-Riestra.
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