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Carlos Meléndez: “Pedro Castillo es un homenaje al azar y a la improvisación”
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Carlos Meléndez es profesor de Ciencias Políticas y un estudioso del quehacer político peruano. En entrevista con Perú21, ensaya los posibles escenarios a partir de hipotéticos resultados de la contienda electoral del 6 de junio que confronta a Pedro Castillo y Keiko Fujimori.
No se conocen aún los resultados finales de la contienda y hay dos candidatos y partidos confrontados por esa situación. ¿Cómo avizora Ud. el escenario?
No lo veamos solamente como que estamos ante malos o buenos perdedores, sino como una escena más de una película que se va a repetir en los próximos meses y años. Estamos ante una confrontación entre dos tradiciones políticas. Por un lado, una tradición ideológica, más de derecha conservadora y, por otro lado, una más de izquierda, con presencia más territorial en el interior del país. Esas dos tradiciones entran en conflicto y seguirán recorriendo ese camino de polarización.
Se compara esta situación con la de 2016, ¿es así?
Hay una diferencia importante. Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori compartían entonces una misma visión del mundo en términos de qué hacer con la economía, eran dos caras de una misma derecha. Hoy, hay una misma distancia de 40,000 votos aparentemente entre ambos candidatos, pero tenemos a una candidata de la centroderecha que busca representar al statu quo, y al frente a un retador que tiene una visión distinta de qué hacer con la economía y con el Estado.
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¿Qué tanto ha pesado para llegar a esta situación el antivoto que cada uno de los candidatos tiene?
En el Perú no se elige por los atractivos, programas o virtudes de los candidatos. Son los desprestigios, los deméritos y los rechazos los que terminan siendo más importantes para no votar por uno de los candidatos. Si bien en ambos casos hay particularidades negativas: existe un antifujimorismo en contra de Keiko Fujimori, y existe un anticomunismo y antiizquierdismo en el caso de Pedro Castillo, hay una identidad mayor que es el antiestablishment, que es el desprecio, el rechazo a la clase política, al statu quo y que ha tenido que cargar Keiko Fujimori.
¿Qué pasaría en un escenario con Pedro Castillo como presidente de la República?
Castillo flota en el aire. No tiene, por ahora, los pilares y las columnas para dirigir un gobierno con mínimos de estabilidad y de sabiduría en la gestión pública. Su plausible victoria es importante simbólicamente. Es como un cuento de hadas: un campesino, profesor rural, tocado por la varita mágica del antiestablishment, que se convierte en el presidente del Perú y entra a la Casa de Pizarro 200 años después de la independencia; suena a un lindo cuento de hadas, pero los cuentos de hadas son para irse a dormir. Cuando despertamos, nos encontramos ante un novato político, sin experiencia política, sin conocimientos básicos para administrar un país. Castillo expresa mucho la reivindicación histórica de los postergados, pero también es un homenaje a la improvisación, al azar y a la casualidad. Entendamos los problemas de tener a alguien así como mandatario, alguien que no tiene partido, a quien empiezan a rodearle advenedizos, oportunistas, exrivales políticos que hasta hace unos meses lo atacaban y lo despreciaban y ahora están listos para decir: “Sí, juro”; que le exigen ministerios, presidencia del Consejo de Ministros. Castillo tiene un círculo de confianza, un círculo chotano, quizás tan inexperto como él…
Y que es muy cerrado, y a eso se suma la división de cerronistas y castillistas, lo que daña los cimientos de lo que podría ser un posible gobierno suyo.
Sí, tal cual, y sobre todo tiene que agenciarse en estos días o en las próximas semanas o meses un equipo que esté a la altura de manejar un país en la más grave crisis de los últimos tiempos. La principal preocupación que me genera Castillo es la del caos, la de un gobierno desordenado e inexperto, y yo creo que una gestión caótica es mucho peor que una gestión comunista.
¿Qué tanto lo ayuda estar de la mano con Juntos por el Perú y esta propuesta de Pedro Francke de una eventual coalición de fuerzas?
Castillo tiene la necesidad de aparecer ante la opinión pública como moderado; no es el momento de una versión del Castillo radical, y Francke y Juntos por el Perú ayudan, pero lo que yo tiendo a pensar es que vamos a estar ante un gobierno de dos velocidades, que por un momento va a apretar el acelerador del radicalismo, y por momentos va a poner pausas de moderación. Castillo es bastante pragmático y sabe jugar con extremos. Ha hecho alianzas desde con gente cercana al Movadef hasta con Verónika Mendoza; sabe cómo poner a bailar a un mismo ritmo a actores de diversos ímpetus.
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¿Cuánto le puede durar eso? ¿En qué momento le pasará factura?
Cuando uno es pragmático, tiene que contentar a muchas voces a la vez y tiene que poner algo de sinfonía en lo que es bullicio. Es gente que canta en diferentes tonos. Por eso creo que hay una alta probabilidad de que termine desbordado por las tensiones de estos entornos, desde los más radicales hasta los más pragmáticos moderados.
¿Nos podría llevar a una situación similar a la que se vivió con Pedro Pablo Kuczynski? ¿Lo ve a Pedro Castillo terminando un quinquenio gubernamental?
El primer objetivo de un outsider novato como Castillo es sobrevivir. Creo que, por ahora, Castillo no tiene en el horizonte como objetivo una constituyente con una segunda reforma agraria. Lo primero que está pensando es ‘cómo se concreta mi camino a Palacio’ y, segundo, ‘cómo sobrevivo’. Creo que existen los factores que van a abonar a la inestabilidad en el Perú en los próximos años en el caso de que él llegue a la Presidencia. Tenemos una centroderecha que ha salido a la calle, que se está movilizando, y ese es un elemento nuevo en la política peruana de los últimos años. La derecha peruana se está convirtiendo más rápidamente en la oposición venezolana que Castillo en Hugo Chávez.
¿La posibilidad de que los allegados de Pedro Castillo formen un partido político propio que le permita deslindar de Cerrón le juega a favor o en contra?
Si se concreta el resultado electoral, Pedro Castillo ya habría llegado al poder y, por lo tanto, ya no necesitaría un partido político propio.
¿Eso implica que puede deslindar de Vladimir Cerrón? ¿Ya no lo necesitaría?
Ahora lo que necesita son apoyos, pilares para su gobierno, y en ese sentido Cerrón aporta recursos para un gobierno en términos de experiencia en gestión pública, partido político, cuadros tecnocráticos regionales, capacidad de movilización; ahora es cuando necesita grupos de apoyo y Cerrón todavía puede contribuir más de lo que la gente espera en un eventual gobierno de Castillo.
El otro escenario es una victoria de Keiko Fujimori, pero también tiene anticuerpos. ¿También tendría una férrea oposición?
Sin duda, y es una oposición también en dos frentes. Una oposición más social, sobre todo si manejamos como antecedente la geografía electoral de la última elección. Solamente gobernaría entre Lima y la costa norte, su gobierno sería cómodo en esta línea de la Carretera Panamericana, tendría muchas dificultades para gobernar el resto del país. Tendríamos movilizaciones en las principales plazas de las ciudades andinas. A ello habría que sumar la comunidad internacional; hay una correlación de fuerzas a nivel internacional que vería con suspicacias y mucha crítica un eventual gobierno suyo.
Fujimori exhibe un equipo técnico mucho más afiatado y preparado que Castillo. ¿Esa es una ventaja para un eventual gobierno de Fuerza Popular?
Sin duda es una gran ventaja. El equipo de gobierno de Keiko Fujimori está listo para gobernar mañana. No se puede decir lo mismo de Pedro Castillo porque el surgimiento y el resultado a favor de él es la expresión de la rabia y, por lo tanto, es la expresión de algo no previsto, no planificado; el desorden y el caos son parte del fenómeno político; tú compras eso cuando compras ese paquete. En el caso de Fujimori, es su tercera candidatura, su tercera segunda vuelta, y ha tenido oportunidad de ir afiliando a profesionales y descartar a otros, pero hay algo adicional, y es que ha logrado atraer a voces sensatas de la centroderecha, a tecnócratas reputados como Luis Carranza, a figuras internacionales como los Vargas Llosa y a personas de reconocida trayectoria democrática como Lourdes Flores. El fenómeno actual que tiene a Keiko Fujimori pugnando por llegar al poder ya excede al fujimorismo. Esta es una alianza más amplia que el fujimorismo que no se generaba desde la década de los noventa. Entonces, efectivamente, en el papel, el equipo del fujimorismo tiene mejores credenciales para enfrentar una situación como la que estamos viviendo.
Ud. señalaba que parte de esta votación a favor de Castillo es producto de la rabia. ¿Es un apoyo más volátil que el que tiene Fujimori?
Es que el apoyo a Fujimori está reducido a un 13%, pero hay una alianza de centroderecha que excede ese apoyo (…). En el voto a favor de Castillo hay oportunismo, sin duda, pero también hay heridas históricas y estructurales, marginaciones, y no es que Castillo las haya formado y tampoco que las lidere y las sepa conducir. Castillo está encima de la ola, pero puede caerse de esa ola en cualquier momento. El problema del establishment no es Castillo; es esa ola, ese tsunami que no tiene dueño ni surfista que pueda navegarla.
¿Cómo cree que se va a mover el próximo Congreso en esta coyuntura donde ya se están tejiendo alianzas?
Creo que va a haber más articulación. Veo un nivel de coordinación en la centroizquierda, entre Perú Libre y Juntos por el Perú, y un nivel de coordinación entre el fujimorismo, Renovación Popular y Avanza País. Creo que se pueden ir formando articulaciones parciales que eviten el desorden y la fragmentación que vemos hoy. Vamos a tener todavía un sentido común populista, sobre todo en las bancadas más grandes, pero esta coalición de la centroderecha que se puede formar puede ser un obstáculo a esos ímpetus populistas que eran abundantes en el último año (...). Creo que si el próximo Congreso es capaz de construir alianzas parciales entre dos o tres fuerzas políticas que duren más allá de una legislatura, podrán distanciarse de los peores récords de los Congresos que los han antecedido.
TENGA EN CUENTA:
- “De ser Castillo presidente, vamos a tener a una oposición no solamente activa en el Parlamento, sino también activa en las calles, y mi peor temor es que también esté activa en los cuarteles o detrás de algunos poderes extraconstitucionales”.
- “En cualquiera de los dos gobiernos, sea el de Castillo o el de Fujimori, estaremos viendo manifestaciones callejeras. La diferencia es que, frente a Castillo, se moviliza Lima y la clase media limeña, y en un gobierno hipotético de Keiko Fujimori se movilizaría toda la población de sectores andinos y los más progresistas en Lima”.
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