"Cuando estaba en la PUCP, me pareció muy bien que un colaborador conspicuo de la dictadura militar velasquista como Héctor Cornejo Chávez haya sido vetado como catedrático de Derecho en la Universidad de Lima". (Foto: GEC)
"Cuando estaba en la PUCP, me pareció muy bien que un colaborador conspicuo de la dictadura militar velasquista como Héctor Cornejo Chávez haya sido vetado como catedrático de Derecho en la Universidad de Lima". (Foto: GEC)

Me parece muy bien que el alumnado de Derecho de la PUCP haya boicoteado el curso que enseña el exmagistrado del TC Eloy Espinosa-Saldaña al no haberse llegado al mínimo de 15 alumnos inscritos en su materia. Ojalá fueran más comunes estos tipos de sanciones sociales en nuestro país, siempre que sean pacíficas y pasivas. Cuando estaba en la PUCP, me pareció muy bien que un colaborador conspicuo de la dictadura militar velasquista como Héctor Cornejo Chávez haya sido vetado como catedrático de Derecho en la Universidad de Lima. Los caviares y rojimios de la PUCP aullaron, pero Cornejo tenía un pasado imperdonable: redactó el represivo Estatuto de Prensa (de allí nace el término “parametrado” para definir a los periodistas sumisos a la dictadura. Varios de ellos aún están activos y tienen el cuajo de pontificar sobre la libertad de prensa), intervino en una abusiva purga en el Poder Judicial y aceptó ser director de El Comercio capturado por los militares, entre otras linduras. Por todo eso es que Cornejo se mereció ampliamente ese repudio de la Universidad de Lima.

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Pero eso fue algo excepcional, pues el limeño es hipócrita y cortesano y hasta le hace fiestas a esta gente. Con asco, por ejemplo, he visto cómo un militar prepotente y abusivo como el exministro de Interior velasquista Artola se paseaba a sus anchas en el hipódromo o a su homólogo Gallegos Venero -el ministro velasquista que más expropió tierras durante la reforma agraria- sentadito feliz en Acho, al lado de sus pasivos expropiados. Al mismo Cornejo le trataban con mucha reverencia en la PUCP. Años después, he visto cómo la burguesía limeña adulaba a su verdugo Mohme en reuniones sociales o trataba con tanta zalamería a un Mario Vargas Llosa que apoyó a Humala y se largó después. Ni qué decir de todos esos pintores y artistas que apoyaron directa o indirectamente a Castillo, sabiendo perfectamente lo que iba a ser este, a los que les siguen festejando y comprando sus obras en lugar de boicotearles.

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