Difícil ser optimista hoy en el Perú. Solo 4% de los peruanos siente que el país está progresando mientras 69% cree que está retrocediendo. No siempre fue así. En la serie histórica de Ipsos (antes Apoyo) se observa que entre los años 1992 y 2000 y entre 2006 y 2015 fueron más los que sentían que el país progresaba. El pesimismo actual está sin duda correlacionado con los bajísimos índices de aprobación del Gobierno y del Congreso, sin precedentes desde que se iniciaron estas mediciones en el Perú.
“La esperanza más honda es la que nace del fondo mismo de la desesperación” decía el gran historiador Jorge Basadre en CADE 1979 y reclamaba lucidez para superar “los viejos vicios de la política criolla, que son el faccionalismo, la aptitud para el dicterio, el atolondramiento”. Al ver la multiplicidad de partidos inscritos, la ferocidad con que se insulta en las redes sociales y el atolondramiento con que se aprueban leyes perniciosas tienta decir que nada ha cambiado. Sin embargo, no es así.
Cuando Basadre expuso en CADE, en su natal Tacna, en 1979, la esperanza de vida era de 59 años. Ahora es de 77 años, es decir, 18 años más de vida en promedio. Entonces, menos de la mitad de los hogares contaba con energía eléctrica, hoy son más de 95%. La tasa de analfabetismo era mayor a 20%, hoy es menor a 5%. Y el progreso pudo haber sido mayor si no hubiésemos tenido el demencial terrorismo desatado por el Partido Comunista – Sendero Luminoso entre 1980 y 1992 o la irresponsable política económica heterodoxa que llevó al país a una hiperinflación entre 1987 y 1990 o el avance de la corrupción y el crimen organizado en las últimas décadas.
Sin duda, la corrupción y la criminalidad nos duelen, sin embargo, los peruanos tenemos muchos motivos para sentirnos orgullosos: nuestro patrimonio histórico, incluyendo el icónico Machu Picchu; las riquezas que nos brindan la diversidad climática y geológica, y el talento de destacados compatriotas. Este último factor no era reconocido hasta hace una década. El Premio Nobel concedido a Mario Vargas Llosa en 2010 parecía una excepción. Sin embargo, a partir de 2016, la gastronomía pasa a ser mencionada en primer lugar como motivo de orgullo nacional en las encuestas de Ipsos y a partir de 2019 la cultura y arte avanzan al segundo lugar. Es decir, la creatividad contemporánea es hoy valorada por encima de factores heredados como la historia y la naturaleza.
Además de la creatividad, las encuestas coinciden en que los peruanos destacamos también por ser trabajadores y emprendedores. Las tres cualidades son muy valiosas para el desarrollo. Todas ellas deberían ser motivo de orgullo nacional. Lo que requieren es un entorno propicio para que se desplieguen y la necesaria capacitación para aumentar la productividad.
Junto con las cualidades que nos enorgullecen, existen también algunas ideas fuerza que nos unen y que deberían ser el sustento para un consenso nacional. Ipsos presentó en un reciente Perú21Foro algunas, entre las cuales quisiera destacar tres en las que una amplia mayoría está de acuerdo: 1) Para que haya más crecimiento económico se requiere más inversión privada nacional y extranjera (79%); 2) Para que el Perú construya más obras sin corrupción debe reformar su sistema de licitaciones a semejanza de los que mejor funcionan en el mundo (88%); y 3) Para que el Estado brinde mejores servicios se necesita promover la meritocracia (85%). Cultivemos las cualidades que nos enorgullecen y las ideas que nos unen para recuperar la esperanza en el Perú.
Perú21 ePaper, ingresa aquí y pruébalo gratis.