PERA PERILLA. Antiguos árboles de una especie tradicional que ahora se recupera e investiga en vivero de Uchumayo. (Foto: Javier Zapata)
PERA PERILLA. Antiguos árboles de una especie tradicional que ahora se recupera e investiga en vivero de Uchumayo. (Foto: Javier Zapata)

POR DIANA QUIROZ

Cada 6 de enero, desde la época colonial, la sacudida de los perales es un rito infaltable en Tiabaya. Según la tradición, cada familia debe comprar con anticipación un peral para que el patriarca del clan agite con fuerza las ramas del árbol hasta que sus frutos se desprendan. Las perillas, como se llama a la variedad de peras oriundas de la zona, son recogidas por los niños. Se dice que en siglos pasados las 40 huertas del distrito llegaron a albergar más 15 mil perales. Tras la faena se solía preparar diversos potajes, entre ellos la timpusca, un caldo elaborado con carne de cordero, papas, choclo, cochayuyo, patasca, habas y, por supuesto, peras.

Desgraciadamente, las cosas han cambiado dramáticamente. Ya no existen aquellos numerosos y frondosos perales de antaño, ahora desde un andén las autoridades municipales lanzan a la población las peras atiborradas en cajones o estas se cuelgan de los árboles. Ante tal situación, como parte del programa de desarrollo sostenible de Cerro Verde, un grupo de especialistas se ha impuesto la tarea de rescatar esta añeja costumbre agrícola y gastronómica haciendo un trabajo de propagación in vitro de la pera perilla.

A inicios de 2022, tras la recolección de tallos se descubrió que los árboles son bastante añejos —tienen alrededor de 200 años— y que dentro de ellos crecen patógenos que están mermando la producción y han afectado el crecimiento normal de esta especie. En los laboratorios se hizo un trabajo de limpieza que permitió liberar de enfermedades a las muestras tomadas. A estas alturas del año ya se tiene una buena cantidad de plantoncitos sanos y fuertes de perales que en algunos meses serán donados a los agricultores de Tiabaya para recuperar la tradición original.

ADOBO. Reparador desde el desayuno. De compañía, chicha de guiñapo. (Foto: Javier Zapata)
ADOBO. Reparador desde el desayuno. De compañía, chicha de guiñapo. (Foto: Javier Zapata)

Lo descrito anteriormente es solo una muestra de la crucial labor que se desarrolla en el vivero de Uchumayo, lugar que se ha convertido en un centro de investigación, innovación y capacitación. Allí, desde 2008, se han producido más de un millón de árboles para la ciudad de Arequipa, que equivale a 900 hectáreas reforestadas. Actualmente, se entregan 150 mil al año, divididos en árboles forestales y frutales. Los primeros son entregados a las autoridades municipales para la mejora de los espacios urbanos o a instituciones como Serfor y Sernanp. Los segundos forman parte de un programa de reconversión agrícola.

Dentro de sus acciones a favor del cuidado del medioambiente, el vivero de Uchumayo ha trabajado en la recuperación de dos especies que son endémicas de Arequipa: el árbol de la yara y el árbol del cahuato. Su importancia radica en que forman parte del ecosistema desértico de la zona sur oriental de la ciudad y aunque crecen con muy poca cantidad de agua siempre se mantienen verdes. Además, son fuente de alimento para animales mayores como guanacos, burros salvajes, murciélagos y de pequeños insectos que dispersan las semillas, siendo fundamentales dentro de la cadena alimentaria. Las formaciones de los bosques de yara y cahuato se ubican en los distritos de Yarabamba, Quequeña y Mollebaya. Ambas especies han sufrido una disminución considerable de su población debido al impacto que origina el hombre y son consideradas vulnerables. La mayor parte de los más de 20 mil árboles de cahuato y 40 mil de yara producidos han sido plantados en su ecosistema natural.

Otras dos especies fundamentales en recuperación son la emblemática queñua y el árbol de la quina. Los queñuales crecen en las faldas de los volcanes, en la zona del Pichu Pichu. Sin embargo, sus bosques están siendo deforestados para utilizar este árbol como leña, material de construcción o para ampliar el área de pastoreo. Esta realidad y lo difícil que resulta su germinación —de 100 semillas plantadas menos del 10% crece— hizo que el laboratorio de tecnología vegetal de Uchumayo inicie una multiplicación in vitro de los brotes de los tallos de queñua. En dos años de trabajo ya se tiene una producción de más o menos 1,500 árboles. En el caso del árbol de la quina se utilizaron herramientas de biotecnología para hacer germinar semillas que se adecúen al suelo de Arequipa y su baja humedad. Aunque por el momento estos árboles no han podido llevarse al campo — solo crecen en espacios internos—, los esfuerzos por recuperar al símbolo de la riqueza natural en el Perú continúan.

TIMPUSCA. Caldo arequipeño a base de carne de ternera, cordero y chalona, con
chuño, trigo y la tradicional Pera Perilla. (Foto: Javier Zapata)
TIMPUSCA. Caldo arequipeño a base de carne de ternera, cordero y chalona, con chuño, trigo y la tradicional Pera Perilla. (Foto: Javier Zapata)
El tradicional Queso Helado. (Foto: Javier Zapata)
El tradicional Queso Helado. (Foto: Javier Zapata)

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