Ómicron: ¿qué posibilidad tengo de reinfectarme con esta contagiosa variante?

Hoy en día y de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) más del 72 por ciento de los casos de COVID-19 corresponden a la variante de preocupación que se contagia de manera muy rápida. Su rápida propagación, pese a las medidas implementadas en los gobiernos, ha generado gran ausentismo laboral y afectando el crecimiento económico en el mundo.

La respuesta es sí. De acuerdo con los datos recopilados por el Imperial College de Londres, con la nueva variante ómicron, la infección después de recuperarse es cinco veces más frecuente que con Delta. Por tanto, la protección que ofrece una infección previa se habría reducido a 19% para ómicron al 19% frente al 85% calculado con otras variantes.

Es una baja probabilidad. Durante una infección el cuerpo produce una respuesta inmunitaria dirigida específicamente contra el virus responsable y por eso se puede suponer, a excepción de personas del grupo de riesgo o inmunodeprimidos, que infectarse varias veces con la misma cepa es muy raro.

Debido a que ómicron está relacionada con la evasión inmune parcial, los recuperados y vacunados están menos protegidos del contagio. Mario Clerici, profesor titular de Inmunología en la Universidad de Milán y director científico de la Fundación Don Gnocchi, indica que hay datos sólidos que muestran cómo las células T, las que rigen la memoria inmunológica, permanecen activas incluso frente a la nueva variante y evitan formas graves de enfermedad.

La reinfección, de acuerdo con el Ministerio de Salud de España, le puede dar la persona que contrae el coronavirus al menos 90 días después de la enfermedad anterior con la misma variante. Sin embargo, se puede dar en menos de 90 días, pero con una cepa viral diferente.

A continuación, esto puede durar los síntomas de la variante del COVID-19 ómicron en la mayoría de casos:

Ómicron es 70 veces más contagiosa que otras variantes calificadas de preocupación por la OMS. Esto se debe a que sus mutaciones permiten que el virus entre más fácil en las células humanas y se vuelve más contagioso. Es como, por ejemplo, cuando hacemos una llave nueva y cuesta más abrir la puerta, pero, con el uso, la llave se va afinando. El objetivo es contagiar más para convertirse en patógenos endógenos, es decir, quedarse con nosotros para siempre.