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Mario Vargas Llosa: “Una corrida (de toros) puede cambiar la vida de las gentes, como una función teatral o un libro"
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El pleno del Tribunal Constitucional (TC) declaró constitucional las corridas de toros, peleas de gallos y otros eventos, que han sido cuestionados por más de 5 mil ciudadanos a través de la demanda 00022-2018-PI/TC.
La demanda no consiguió los votos suficientes (5 votos).
En su columna en el diario El País, Mario Vargas Llosa celebró la votación de los magistrados del TC. El Nobel de Literatura aseguró que son pocos los peruanos que son “enemigos de la fiesta” y señaló que las corridas de toros son un espectáculo “que forma parte esencial de la cultura peruana desde que esta existe”.
“Quiero felicitar a los miembros del Tribunal Constitucional del Perú por haber rechazado, en un fallo que los honra, la solicitud de los ‘animalistas’ que pedían prohibir las corridas de toros y las peleas de gallos en nuestro país. (...) La astucia de los ‘animalistas’ los llevó a identificar las corridas de toros y la pelea de gallos como dos manifestaciones de la crueldad contra los animales, una viveza criolla típicamente deshonesta, pues acerca cosas que son muy distintas, aunque en ninguna de ellas haya razón para prohibirlas”, escribió.
Vargas Llosa reveló que para él, las peleas de gallo no tienen comparación con las corridas de toros. “A diferencia de los toros, las peleas de gallos no forman parte de las bellas artes ni tienen esa remotísima tradición cuyos orígenes míticos se pierden en el fondo de los tiempos, asentada principalmente en el área del Mediterráneo”, sostuvo asegurando que no pretende ofender a los seguidores de esta costumbre.
“Las galleras se parecen mucho más a un ring de box que a un coso taurino. Éste es un escenario muy parecido a una sala de conciertos, o al tablado de un ballet, y, en última instancia, al rincón donde los poetas escriben sus poemas o al taller donde los escultores y pintores fraguan sus creaciones. Y, al igual que en las otras ramas de la cultura, una corrida puede cambiar la vida de las gentes, como una función teatral o un libro o un cuadro".
El escritor contó que fue durante la visita a un museo en las afueras de San Sebastián donde pensó en “aquellos momentos prodigiosos que suelen suceder en las plazas de toros, cuando, de un modo misterioso, el toro y el torero alcanzan una complicidad inexplicable, como si el diestro y el animal hubieran establecido un pacto de honor para rozar la muerte sin hollarla, mostrar la vida en todo su extraordinario esplendor y recordarnos al mismo tiempo su fugacidad, esa paradoja en la que vivimos, como el torero nos muestra en una buena faena, que lo hermosa que es la vida depende en gran parte de su precariedad, de ese pequeño tránsito en que ella puede desaparecer tragada por la muerte”. "Por eso, ningún otro espectáculo como la fiesta representa con más belleza y agonía que los toros la condición humana”, concluyó.
Mario Vargas Llosa cerró su texto criticando con dureza a los animalistas, a quienes tildó de “fanáticos” y acusó de utilizar pretextos para despreciar la libertad: "Por eso, el fallo de los jueces del Tribunal Constitucional del Perú hay que celebrarlo no como un episodio local, sino como una victoria de la democracia y de la libertad contra sus tradicionales enemigos”.
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