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La Montaña de Siete Colores en emergencia

Desde hace diez años, la informalidad, la ausencia de Estado y la falta de gestión han convertido este atractivo turístico en una zona de conflicto.

Imagen
Montaña siete colores
AVISO. Agencias de turismo recomiendan no visitar la montaña hasta que se resuelvan todos los problemas. (Foto: D. Marino).
Fecha Actualización

A 5,200 m.s.n.m., en la provincia cusqueña de Quispicanchi, distrito de Cusipata, se encuentra la Montaña Vinicunca, más conocida como la Montaña de Siete Colores o la Montaña Arcoíris.

El atractivo, más allá del hermoso paisaje, reporta desde hace años la ausencia de regulación tras su auge turístico. Gracias a la informalidad se ha convertido en un terreno de conflicto desde hace varios años, a tal punto que, el 10 de agosto último, asesinaron a Flavio Illatinco Yupanqui, un dirigente de los tantos pueblos que conviven en la zona. Actualmente, 16 de las 22 personas detenidas por el crimen ya cumplen prisión preventiva.

 

DISPUTA

La Montaña Vinicunca empezó a ser conocida entre los años 2015 y 2016. Las redes sociales fueron un gran motor de impulso que ayudó a que el lugar se promocione bajo el estilo de ser instagrameable. Sin embargo, el sitio no ha recibido ningún tipo protección estatal a nivel local, regional o nacional como área natural ante la gran demanda.

“Cuando hay recursos naturales aprovechables, es el Estado quien debería tener la administración, sea a través del gobierno local, para que con los ingresos de este recurso se pueda hacer reinversión en beneficio de toda la población y no de una sola comunidad”, explicó a Perú21 Elena González, presidenta de la Asociación de Agencias de Turismo de Cusco.

Han sido casi 10 años gestionados bajo el desorden, pero las rencillas suscitaron allá por 2018. Las diferencias eran específicamente entre una misma población de Cusipata: la comunidad de Chillihuani y el Sector Llacto, que es un pequeño centro poblado que forma parte de la misma comunidad.

Hace algunos años se propuso que sea parte de Área de Conservación Regional (ACR) Ausangate, pero la comunidad de Chillihuani —que tiene el mayor porcentaje de control del atractivo— desistió ante el aviso de malos asesores y abogados que azuzaban a los pobladores indicando que recibirían menos ingresos y que perderían la administración del lugar.

En muchos intentos durante la casi década, las autoridades locales y regionales intentaron entablar soluciones, pero nunca se llegaron a concretar del todo. En diálogo con Roland Llave, decano del Colegio Profesional de Licenciados en Turismo Cusco, desde Llacto, estaban inconformes por cómo Chillihuani manejaba la gestión, pues detectaron un desfalco importante.

“Las empresas informales de la Plaza de Cusco transaban con los directivos, llevaban un bus de 20 personas con un guía, pero en el tema de las entradas solo hacían pasar 10 entradas o menos, no se reportaba todo, y el resto del dinero ya se transaba con el directivo y la agencia informal. Por eso es que la Fiscalía entró hace un año y medio para verificar este tema”, detalló.

Este vacío y falta de presencia de las autoridades ha hecho que la comunidad de Chillihuani saque ingresos económicos con la venta de entradas al lugar, desde el pago ilegal de S/5 para un peaje hasta los S/20 que son para ingresar a la montaña. Todo ello amparándose en la Ley General de Comunidades Campesinas, es decir, que el terreno es de ellos y punto.

“El Estado debería declararlo un atractivo natural del país; esto hace que la tutela por parte de los comuneros pase al Estado (…). Es curioso, por un lado, Promperú: en sus postales utiliza la imagen de la Montaña de Siete Colores o, si vas al aeropuerto Jorge Chávez, ves estos paneles; sin embargo, nosotros mismos desde el Estado estamos publicitando un destino que no está regentado ni gestionado adecuadamente”, sostuvo Berner Caballero, presidente de la Cámara de Turismo de Cusco.

El 27 de noviembre de 2023, se originaron grescas y enfrentamientos entre estas dos comunidades, lo que ocasionó que se restrinja el acceso por la ruta de Cusipata. Fueron nueves meses con esta paralización, hasta que se instaló una mesa de diálogo el 8 de julio de 2024, en la que participaron autoridades regionales, comunidades y la PCM. Frente a las dificultades, se logró una tregua que permitió que el 15 de julio se reabra el ingreso, pero esta vez con la intención de que haya un mejor control.

Para sorpresa de muchos, en la siguiente reunión del 8 de agosto, uno de los asesores de la comunidad de Chillihuani, identificado como John Bermeño Estrada, pateó el tablero y desconoció los compromisos que se habían firmado. Dos días después ocurre la muerte de Flavio Illatinco, quien era exalcalde del Sector de Llacto.

“Gran parte del problema es que la comunidad de Chillihuani no tuvo un buen asesoramiento desde el principio y ha generado esta crisis”, dijo Roland Llave. Por ejemplo, una empresa comunal que sí trabaja de manera organizada en Cusco, innovando, haciendo control, es el atractivo de las Salineras de Maras, que pertenece a las comunidades de Maras Ayllo y Pichingoto. A pesar de que el dinero va directo a las 600 familias, buscan aportar a la sociedad.

 

SOLUCIONES

¿Qué toca ahora? La Gerencia Regional de Comercio Exterior y Turismo (Gercetur) de Cusco propone declarar en emergencia la Montaña Vinicunca  y para que esta vez haya una intervención seria por parte del Estado.

La sugerencia es que se haga una administración compartida. Se propone también que se haga la reserva paisajística, pero esto traería más conflictos en el espacio, cuestionó Llave.

Mientras tanto, se ha iniciado un proceso de sensibilización a los operadores tanto formales e informales, a poder tener la opción de otras montañas de colores, como Palcoyo, hasta que toda esta crisis encuentre una solución en beneficio del turismo en el Cusco. 

 

 

 

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