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La volteada
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Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://blogs.educared.org/espaciodecrianza/
"Luego de un par de clases teórico-prácticas, los ponemos en el velero y van solos. Con salvavidas, claro. Si sienten miedo, le pedimos a la mamá que acompañe al instructor en la lancha que siempre sigue a la embarcación que navega el niño. Suele ocurrir con los de ocho y nueve años, pero, generalmente, ellos mismos le piden a la madre que se quede en tierra a la segunda, máximo tercera vez. Es casi imposible que se volteen. Obvio, nadie sale si las condiciones de clima y mar no son las adecuadas".
"La graduación, por así decirlo, consiste en que lo imposible ocurra y que el velero se voltee. No sabes cómo son los chicos. Una vez que ya han dominado la técnica, se conocen, conocen su barquito y a ellos mismos, esperan ese día. Es una ocasión de solemnidad festiva, de complicidad combinada con evaluación, un trance en el que instructor y pupilo contrastamos la fe con el miedo. ¡Es lo máximo!"
Es lo que me dice un joven entrevistado cuando le pregunto por actividades que no tienen que ver con su profesión. Me provoca dos reflexiones.Hace mucho no escuchaba una mejor metáfora de lo que es la educación, de lo que no debe faltar por lo menos algunas veces en todo proceso educativo y la crianza en general. Por otro lado, más que universidad, récord de notas, cursos de especialización o resultados de pruebas psicológicas, es ese tipo de ocupación lo que predice mejor la proyección de un ejecutivo, sobre todo cuando se trata de liderar, enseñar, empatizar o tomar decisiones bajo presión. A fin de cuentas, son esas dimensiones las que hacen la diferencia en el mundo laboral moderno.
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