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Vivir en la distracción
Recuerdo noches enteras leyendo, perdido en tramas, relatos, teorías y datos.
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Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://espaciodecrianza.educared.pe
Recuerdo noches enteras leyendo, perdido en tramas, relatos, teorías y datos. Mi mente, sin embargo, no está hecha para la lectura. Simplemente, cuando salí del colegio y durante por lo menos un tiempo a lo largo de mi formación universitaria, leer era la única forma de satisfacer mi curiosidad intelectual, mis ganas de saber y a quienes debían poner una nota a mis desempeños.
Me costaba, mucho. Debía regresar a párrafos anteriores, inseguro de haberlos registrado cuando descubría que me había deslizado hacia recuerdos, ruidos, y deseos. En ese momento no lo sabía, pero era víctima de un severo déficit de atención y aún no llegaba Ritalin.
Y sigo leyendo, incansablemente, pero, también sufriendo de dispersión y no tomo Ritalin. Y me pregunto, ¿cómo se puede actualmente vivir dentro de la distracción perpetua cuando todo lo que miramos nos conduce a otra cosa que mirar, cuando en la mitad de un texto nos encontramos con una referencia a la que podemos acceder inmediatamente convirtiéndola en actor principal, cuando decenas de sonidos nos anuncian en medio de lo que sea la llegada de correos, mensajes, trinos, anuncios, propaganda?
La multitarea permanente y la oferta incesante, la toma de decisión instantánea y el cotorreo sin pausa, están cableando el cerebro de una generación para bien y para mal. Pero, de hecho, alejan a sus miembros de lo que requiere persistencia y profundidad en una sola meta, de lo que significa lapsos largos, emprendimientos lineales y comprensiones totales.
Cultura, entretenimiento, valoración de habilidades y relaciones interpersonales están transformándose y no queda sino entender los cambios, aprovecharlos y seguir en nuestros gustos hasta el final.
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