(AFP)
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Preocupa a los observadores internacionales el rápido deterioro en la salud de Jeanine Áñez, expresidenta interina de Bolivia.

La OEA, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el secretario general de la ONU, representantes de la Unión Europea y el gobierno de los EE.UU. han pedido que se respeten las “garantías judiciales” y la “transparencia” en el proceso que se le sigue a quien ocupó la presidencia boliviana luego de que las Fuerzas Armadas de ese país le retirara el apoyo al entonces mandatario Evo Morales, en medio de tumultuosas acusaciones de fraude electoral.

Áñez permanece internada en una lóbrega celda del Centro de Orientación Femenina de Obrajes, en La Paz, centro penitenciario desde el cual su hija ha denunciado que corre el peligro de sufrir una embolia cerebral en cualquier momento, debido a que la presión sanguínea le ha subido demasiado.

En esa cárcel, quien –al acceder a la presidencia interina– anunció que con ella volvía la biblia a Palacio Quemado, sede del gobierno altiplánico, viene sufriendo un discutido juicio por presunto golpe de Estado, que, según los expertos, no fue tal, ya que le correspondía asumir el cargo ante el vacío de poder generado por los desórdenes sociales, el repliegue de las fuerzas de orden y la espantada de Evo Morales, quien a la postre terminó refugiándose en la Argentina.

Las acusaciones de golpismo son endebles y poco verosímiles. Pero como el presidente Luis Arce, elegido el año pasado, pertenece justamente al partido que lidera Morales, el Movimiento al Socialismo (MAS), todo indica que no se trataría más que de una venganza política por los maltratos callejeros que sufrieron algunas figuras emblemáticas de su gobierno durante los violentos sucesos que lo expectoraron del sillón presidencial. Exabruptos de violencia en los que Áñez tuvo poco o nada que ver.

Los analistas ven en este abusivo encarcelamiento un no tan velado propósito de amedrentar a la oposición, que, sin embargo, podría volverse en contra de la legitimidad de un gobierno que ganó las elecciones con un amplio margen. Por lo pronto, los abucheos a Morales cada vez que hace una aparición pública, así como las movilizaciones de protesta, van en aumento.

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