(Foto:Perú21)
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La acción coordinada del Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional comienza a dar resultados; esta vez en la todavía convulsa y peligrosa zona del Vraem, donde los remanentes de Sendero Luminoso siguen desarrollando actividad delictiva bajo el mando de los hermanos Víctor (alias ‘José’) y Jorge (alias ‘Raúl’) Quispe Palomino.

La muerte de ‘Leonidas’, seguridad de ‘Raúl’, es un importante golpe a la nueva camada de esta organización narcoterrorista que, renegando de sus líderes originarios, ha retomado la lucha armada ahí donde la dejaron ellos; es decir, Abimael, su encarcelada gerontocracia y herederos inmediatos, incluidos ‘Feliciano’ y ‘Artemio’.

Aunque parezca una nota policial de pie de página, es justamente en el valle de los ríos Apurímac, Ene y Mantaro donde ha exhibido un nada modesto poder de fuego y, sobre todo, que este sanguinario engendro político está lejos de haber sido exterminado con la captura, juicio y condena de su cúpula.

Ha caído una pieza de singular importancia en el organigrama sedicioso, ciertamente, pero lo que las fuerzas de seguridad deben tener claro es que, como ha recordado un conocido estudioso del tema, es con las minuciosas y pacientes, a veces microscópicas, labores de inteligencia que se lograrán los avances más significativos en la lucha contra la subversión, como lo demuestra la experiencia de la Dircote: fue una suma casi silenciosas de victorias, de indicios acopiados, la que le permitió llegar a la cabeza de SL.

El cerco se estrecha en la zona, pero no debe perderse de vista que el clan Quispe Palomino ha dado suficientes indicios de estar planeando, además, una expansión hacia la costa y sur del país, quién sabe si buscando capitalizar descontentos ciudadanos que la institucionalidad del Estado podría estar desatendiendo.

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