(GEC)
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Que 93 legisladores hayan rechazado la admisión de la moción de censura contra Merino es una señal de lo que podría ocurrir el viernes con la vacancia presidencial. Esta camada de legisladores es tan reactiva y poco estratégica que el desenlace puede ser cualquiera, aun cuando la vacancia les está costando caro y, según Ipsos, 8 de cada 10 peruanos la rechazan. Con este Congreso nunca se sabe. Si 87 legisladores se cruzan, Vizcarra dejará de ser presidente, en un abuso golpista de la mayoría parlamentaria.

El error está en creer que la llamada ‘incapacidad moral’ se puede utilizar como cajón de sastre de lo que la mayoría legislativa quiera, como si lo moral no fuese un campo ampliamente subjetivo. Bajo esa lógica, lo único que se necesita para vacar a un presidente es una excusa y 87 votos, lo que nos convierte en un sistema parlamentario en el que el jefe de gobierno es elegido por los legisladores y no directamente por los electores.

Como comenta el profesor Leysser León en una columna de 2017, a raíz del intento de vacancia a PPK, la expresión ‘incapacidad moral’ “proviene del derecho canónico y del derecho privado francés. Se habla de ‘incapacité morale’ en oposición a ‘incapacidad física’ y como equivalente de ‘incapacidad intelectual’. Nada tiene que ver esta figura, históricamente, con infracciones contra las reglas de la moral o de la ética”. El problema está en traducir todo de forma literal. La incapacidad moral, en nuestra Constitución, se refiere a incapacidad de discernimiento o mental. Por eso la vacancia nunca fue pensada para sancionar políticamente, sino para declarar que el cargo está vacío porque la persona que lo ejerce no está mentalmente capacitada para gobernar. ¿Ven la diferencia?

Lo único bueno que puede salir de esta novela es que el TC delimite y dé contenido a la causal de vacancia por incapacidad moral. Como está, es un peligroso cajón de sastre.