Karla Verástegui Castro, gerente de Innovación e Impacto Social en Aporta, plataforma de innovación e impacto social de Breca.
El reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) nos plantea un reto importante: el 51.7% de la población peruana se encuentra en situación de inseguridad alimentaria moderada o severa. Esto significa que la mitad de nuestros compatriotas enfrenta dificultades para acceder a alimentos de calidad, impactando directamente en su bienestar.
En los casos más críticos, hay peruanos que no han tenido nada que comer durante uno o más días. Esto es aún más preocupante en las zonas rurales, que paradójicamente son las principales productoras de alimentos, como frutas, verduras, cereales y productos animales, tanto en América Latina como a nivel mundial.
Para comprender mejor este desafío, es clave entender qué significa la inseguridad alimentaria. Según la FAO, una persona tiene seguridad alimentaria cuando, en todo momento, tiene acceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos para llevar una vida sana y activa.
Un dato relevante es que, en el Perú, el costo de una dieta saludable ha aumentado a 4 dólares diarios por persona, en comparación con el promedio mundial de 3.66 dólares. Esto significa que un tercio de los peruanos no puede permitirse una dieta variada y equilibrada, lo cual es esencial para mantenerse saludable.
Con estos datos en mente, tuve la oportunidad de viajar a Urubamba, Cusco, para participar en un evento sobre desarrollo infantil temprano, como parte del proyecto Volar de Aporta, plataforma de Innovación e Impacto Social de Breca. Aunque la reunión no estuvo centrada exclusivamente en la nutrición, el tema surgió en diversos momentos, subrayando la relevancia de combatir la anemia, especialmente en las zonas rurales del país. La buena noticia es que hay personas y organizaciones comprometidas en encontrar soluciones efectivas a esta problemática.
Sabemos que es un reto complejo, y reconocemos los esfuerzos del gobierno para abordar los múltiples factores que influyen en la seguridad alimentaria. Sin embargo, es crucial recordar que este no es solo un trabajo del Estado; todos los peruanos tenemos un rol en el desarrollo del país. ¿Qué sucedería si el Estado, el sector privado y la academia unieran esfuerzos para crear un sistema de seguridad alimentaria integral?
Podríamos aprovechar la cobertura geográfica del Estado, la tecnología y eficiencia del sector privado, y el conocimiento y capacidad de análisis de la academia. Con un liderazgo claro y responsabilidades bien definidas, este tipo de colaboración podría hacer una diferencia significativa. No es algo que sucederá de un día para otro, pero con compromiso, flexibilidad y transparencia, es posible lograrlo.
Al final del día, todo esto es por los niños y niñas de nuestro país, especialmente aquellos entre 0 y 3 años, una etapa en la que se desarrolla el 85% del cerebro. Las oportunidades que brindemos ahora determinarán sus capacidades y potencial para toda la vida.
Es momento de salir de este ciclo de hambre y pobreza, y comprometernos con el verdadero desarrollo de nuestro Perú.