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Turismo aún no levanta vuelo
“En la lista de temas pendientes para alentar la llegada de turistas al país no solo tenemos problemas de infraestructura y mejores accesos a los sitios turísticos, sino también decisiones burocráticas que no ayudan a ello”.
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La viceministra de Turismo, Madeleine Burns, ha dicho en CADE 2023 que el sector apunta a representar el 10% del Producto Bruto Interno (PBI) nacional. Se trata de una meta ambiciosa y loable, aunque quizás difícil de alcanzar. No solo porque el salto sería gigantesco –desde el 2.5% que representa actualmente, según estimaciones de la propia funcionaria– sino porque si algo ha brillado por su ausencia en estos tres últimos años son los planes o incentivos a gran escala para impulsar esta pujante industria sin chimeneas, como se le solía conocer en sus mejores momentos. Épocas que, por desgracia, han quedado en el pasado.
En el contexto del mismo evento, el empresario Juan Stoessel declaró a Perú21 que la situación real es que este sector continúa sin recuperarse y que “ni siquiera llegamos al 50% de turistas extranjeros de la prepandemia… Somos el único país de la región que no ha regresado a 2019. Pandemia hemos tenido todos, pero nosotros, además, tuvimos 18 meses del peor gobierno en la historia del país (Pedro Castillo)”.
En la lista de temas pendientes para alentar la llegada de turistas al país no solo tenemos problemas de infraestructura y mejores accesos a los sitios turísticos, sino también decisiones burocráticas que no ayudan a ello, como por ejemplo el hecho de demorar incomprensiblemente la implementación de la venta digital del 100% de los boletos de ingreso a la ciudadela de Machu Picchu.
Si ni siquiera somos capaces de solucionar un problema tan básico, sencillo, que se ha convertido en un ridículo obstáculo para lo que es el principal –y más rentable– atractivo turístico que tiene el Perú para los viajeros de todo el planeta, es que muy mal andamos. Y ello porque, de la totalidad de gremios cusqueños involucrados en el trámite, hay uno –sí, uno solo– que se resiste a la digitalización, por razones completamente absurdas, carentes de un mínimo sustento técnico o económico.
Podríamos seguir con la lista de penurias que enfrenta el sector debido a la indiferencia del Ejecutivo, que no hace nada por apoyar una reactivación que, si bien ha empezado por cuenta propia, requiere de mayores facilidades para recuperar cifras que antaño aportaban divisas al país y bienestar para las regiones.
A ver si, de una vez por todas, alguien despierta en las oficinas del Gobierno y pone manos a la obra.
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