El paro nacional del día de ayer ha sido el más contundente que se ha realizado en este periodo de Gobierno. Y lo decimos por el nivel de la convocatoria, la representación de diferentes sectores sociales en la protesta y la unidad de las posiciones que se manifiestan en contra del Ejecutivo y el Congreso por su negligente manejo de la seguridad ciudadana. Estas autoridades, más bien, se han dedicado a promover leyes para favorecer a la criminalidad organizada, que ha puesto en jaque a toda la sociedad peruana.
Por este motivo, aprovecharemos este artículo para ser los traductores frente al Gobierno y el Congreso, porque al parecer no entienden nada y siguen con la prepotencia; no les conmueven ni las encuestas y mucho menos la indignación de millones de peruanos. Para Boluarte y su séquito estamos viviendo en el país de las maravillas, lo que muestra una indolencia y desprecio por las víctimas de la delincuencia. Son parte del problema y han propiciado este caos con ministros incompetentes y, sobre todo, con la desidia de su Gobierno y la complicidad de un Congreso lumpen.
Lo primero que hay que recordarle a Boluarte es que toda manifestación, protesta, marcha, paro o huelga es POLÍTICA, y que justamente pretender sabotear, desacreditar, descalificar o hasta criticar estas manifestaciones también es una acción política. Hay que recordarle a la presidenta que, en democracia, los ciudadanos podemos manifestarnos cuando estamos en desacuerdo con el Gobierno y, si es posible, podemos expresar nuestro descontento con una manifestación pública. Esa es la esencia de la ciudadanía, que evidentemente es una condición política, porque su Gobierno no es un reinado y menos una tiranía para que haga lo que se le venga en gana.
Lo segundo, el paro ha sido contundente a nivel nacional. La ciudadanía ha despertado de ese letargo en el que nos ha sumido la violencia de la represión que el Gobierno de Boluarte impuso a fuerza de balas y que ha enlutado a decenas de familias en el sur.
Boluarte tiene que entender que es unánime el pedido del país para detener esta ola de violencia en las calles, y la responsabilidad recae en ella directamente, cuestionando su complicidad con este Congreso de impresentables. Debe recordar que esto recién empieza y que ya es insostenible su Gobierno, por más que quiera responsabilizar a la prensa.