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Tiro al blanco
“Aquí el racismo se ejerce residualmente en muchos sentidos, pero ninguno tan arcaico y nocivo como el que busca oponer a blancos y cholos”.
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Como no podía ser de otra manera, el presidente Martín Vizcarra criticó ayer las vergonzosas declaraciones que dio su exministro, y (¿ex?) correligionario, Carlos Bruce Montes de Oca, sin que se le moviera un pelo. El moqueguano sabía que el propio ‘Techito’ se había autoincinerado.
Demostrando que algunas taras están tan arraigadas en nuestra cultura que siempre salen a relucir cuando las discusiones van quedando huérfanas de argumentos, Bruce usó de manera derogatoria el término “provinciano” con el jefe de Estado para diferenciarlo de lo que él llamó “blancos”, explicando paladinamente así su presunta falta de pericia en asuntos de gobierno, al que además habría llegado, según él, como llegó a la plancha presidencial, casi cual producto de una timba, determinada por la región de origen o el color de la piel de los nombres en juego.
Demostrando que algunas taras están tan arraigadas en nuestra cultura que siempre salen a relucir cuando las discusiones van quedando huérfanas de argumentos, Bruce usó de manera derogatoria el término “provinciano” con el jefe de Estado para diferenciarlo de lo que él llamó “blancos”, explicando paladinamente así su presunta falta de pericia en asuntos de gobierno, al que además habría llegado, según él, como llegó a la plancha presidencial, casi cual producto de una timba, determinada por la región de origen o el color de la piel de los nombres en juego.
Considerando el pobrísimo desempeño del “blanco” Pedro Pablo Kuczynski durante sus cortos días en Palacio, no resulta para nada inverosímil el relato sobre la frivolidad con que escogieron a los demás integrantes de la fórmula electoral. Peor aún, tenemos la certeza de que esta prístina anécdota ilustra, en mayor o menor medida, el modus operandi de los partidos políticos locales a la hora de definir candidaturas.
Que sea mal de muchos, sin embargo, solo lo convierte en consuelo de quienes siguen creyendo que el Perú es propiedad no de todos sus pobladores, sino de quienes se alucinan parte de una casta privilegiada, sea por el color de la piel, el volumen de su patrimonio o por su proximidad a los grupos de poder. Aquí el racismo se ejerce residualmente en muchos sentidos, pero ninguno tan arcaico y nocivo como el que busca oponer a blancos y cholos, sempiterna dualidad que desgarra a la sociedad peruana desde los años previos a la fundación de la república hasta hoy, pese a que hace mucho que dejó de definir la economía, la cultura o la política en nuestro país.
Pero como la invisibilidad no implica desaparición, cada tanto salta y toma nuevamente el escenario público, a veces en forma de estruendosa ignorancia e injustificable mala leche, como las que acaba de sacar a paseo nada menos que un integrante de la así llamada élite política.
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