Estaba cantado. La facción de Kenji Fujimori renunció a la bancada de Fuerza Popular.
Estaba cantado. La facción de Kenji Fujimori renunció a la bancada de Fuerza Popular.

Y, finalmente, sucedió lo que se veía venir. Aunque Fuerza Popular ya demostraba ser una bancada partida, Kenji Fujimori se encargó ayer de oficializar el alejamiento de la facción que encabeza del gran bloque naranja. Con esta decisión, el grupo parlamentario que lidera Keiko Fujimori sigue siendo mayoría en el Congreso, pero ahora con 61 parlamentarios, lo cual lo deja en una posición débil, con riesgo incluso de que pierdan la Mesa Directiva.

Para los que todavía piensan que esto es un show de los hermanos Fujimori, es difícil creer que, pensando en 2021, Keiko quiera darle un protagonismo gratuito a Kenji para que este impulse su propia carrera política. Los keikistas Úrsula Letona y Héctor Becerril ya lo han dicho: no podían permitir más rebeldías e indisciplinas al interior de su agrupación. Lo que ha quedado claro con las renuncias de los kenjistas es que su norte es fortalecer la imagen del indultado Alberto Fujimori, el líder histórico, a quien –lo han demostrado en diferentes momentos– le rinden pleitesía.

El oficialista Juan Sheput comentó que con esta ruptura es el ex mandatario el que acaba de formar su propia bancada. Y eso es lo que parece haber conseguido. ¿Padre e hija se enfrentarán por hacerse del poder en las próximas elecciones presidenciales? Eso ya lo veremos. De momento, el menor de los Fujimori adelantó la hoja de ruta que seguirán sus ‘Avengers’ –como llama a los miembros de su facción– para consolidar su presencia política: reafirmar diálogo y reconciliación, respaldar al Ejecutivo, ejecutar obras de agua y desagüe, defender los derechos fundamentales de las personas, entre otras cuestiones.

Pero alguien más se ha visto beneficiado con este episodio, y es el propio gobierno. El presidente Pedro Pablo Kuczynski se ha ganado diez aliados en un contexto totalmente adverso, en el que aparecía entregado al capricho del fujimorismo. Este conflicto podría darle algo de oxígeno a su inestable gestión, que está de nuevo bajo los reflectores de sus opositores. Es inevitable que el tema Odebrecht vuelva a complicar a Kuczynski y los kenjistas podrían volverlo a salvar.