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La talla perversa
¿Sueldo 0? ¡Pobreza! ¿0 a la izquierda? ¡Impotencia! ¿Coeficiente intelectual 0? ¡Retardo mental! Todos esos ceros tienen connotaciones eminentemente negativas.
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¿Sueldo 0? ¡Pobreza! ¿0 a la izquierda? ¡Impotencia! ¿Coeficiente intelectual 0? ¡Retardo mental! Todos esos ceros tienen connotaciones eminentemente negativas. 0 grasas, por el contrario, apunta a algo sano, pero, sobre todo, que no engorda. Ese 0 positivo lo conocía, pero una amiga me introdujo a uno que ignoraba, del que jamás escuché hablar: talla 0. Solo en el caso de mujeres, con el añadido de que algunas marcas de prestigio tienen talla 00.
Ese número, irónicamente regordete —no creo que nadie consideraría un piropo "pareces un 0"—, filosóficamente intrigante, matemáticamente poderoso, prácticamente indispensable, es la talla ideal para muchas mujeres, la talla que otorga el deseable título de "regia", la talla que justifica todos los sacrificios, la talla que representa, también, algunas aberraciones. Si la forma, aparentemente derivada del espacio que dejaba en la arena —el ábaco primitivo— la piedra que era trasladada a otra columna, es todo lo contrario a la esbeltez —¿imaginan un 0 en tanga?—, también es contradictorio y perverso que la talla, por definición dimensional, ocupación de espacio y presencia de un cuerpo, pueda ser representada por la nada. Pero una nada que es. Solo que es un punto sin referencia, perdido en el espacio, autocontenido, infinitamente solitario. En la multiplicación destruye, en la suma no aporta y en la potenciación encoge.
La talla 0 es un cuerpo lleno de vacíos. Una suerte de hueco negro que absorbe, pero no se nutre. Que ofrece, pero no da. Y una metáfora perversa del sometimiento del ser propio, convertido en enemigo, al mandato de ideales inalcanzables que se alían con patologías siempre al acecho.
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