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Redacción PERÚ21

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Sandro Venturo Schultz,Sumas y restasSociólogo y comunicador

El candidato que supo ampliar con sorprendente flexibilidad su oferta política, integrando a liberales e izquierdistas, se ha mostrado poco versátil como presidente. El postulante que se dejó asesorar sin perder el horizonte y supo aprovechar el rechazo antifujimorista, se muestra como un mandatario sin dirección ni iniciativa políticas. Si al inicio su parquedad verbal le jugaba a favor, hoy se nos presenta como un líder que no puede siquiera orientarse a sí mismo.

La curva decreciente de su popularidad no parece tener remedio a menos que la familia gubernamental decida renunciar a su aislamiento voluntario. El Ejecutivo necesita oxígeno y debería encontrarlo conectando con las cantadas demandas de la ciudadanía –que son más estratégicas que las planteadas por la oposición, enredada en denuncias que le rebotan ridículamente–. Ya sabemos que sin aire, Ollanta Humala está condenado a repetir la mediana performance de los presidentes anteriores. Y con esto quien más pierde, a fin de cuentas, es la ciudadanía, no el elegido de turno.

Para salir del arrinconamiento el Gobierno debe proponer una agenda inequívoca, urgente, que obligue a los insolventes opositores a ir detrás de ella de la misma forma en que los desinformados reporteros suelen correr detrás del atlético presidente. En realidad, la tarea ya está escrita pues se sabe que los peruanos esperamos que: i) se clarifique con coraje el caso López Meneses, ii) se afronte con determinación la reforma de la seguridad ciudadana, iii) se perciban claramente los resultados de la reestructuración de los programas sociales, y iv) se recupere la iniciativa económica de grandes y pequeños. Y a esta agenda hay que ponerle plazos y metas claras para dosificar las expectativas de unos y otros.

Esta decisión no debiera ser traumática si la pareja presidencial recuperara su voluntarismo electoral. Nadie va a querer darle una mano al Gobierno si el llamado es protocolar. De lo que se trata es de proponer una agenda-país, no una agenda-gobierno.

El presidente no aprovechó el crédito que los ciudadanos le ofrecimos durante casi dos años. Cuando a la mitad del periodo presidencial se comienza a discutir sobre las probables candidaturas del 2016, se hace evidente que se le pasó el tren. Pues bien, esta es mi sugerencia no solicitada: se puede sorprender más y mejor cuando ya casi nadie espera nada de ti.