/getHTML/media/1238503
Rubén Vargas sobre inseguridad: "Se necesita inteligencia no estado de emergencia"
/getHTML/media/1238497
Gilmer Meza de Sutep Lima: "Ministro de Educación -Morgan Quero- debería de renunciar"
/getHTML/media/1238485
Alfonso Bustamante CONFIEP sobre inseguridad: "No hay liderazgo, hay ineficiencia"
/getHTML/media/1238306
Mariana Costa de Laboratoria habla sobre sus encuentros Obama y Zuckerberg en La del Estribo
/getHTML/media/1238304
Los mejores libros del siglo XXI según The New York Times | Biblioteca de Fuego
/getHTML/media/1238303
¿Cementos y fútbol femenino? Gabriel Barrio de Unacem en Marcas y Mercados
/getHTML/media/1238207
118 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va de 2024
/getHTML/media/1238198
Lo último: allanan la casa de 'Chibolín'
/getHTML/media/1237508
Hugo de Zela sobre viaje a EE.UU.: "Se intentó explicar al Congreso, pero Dina no quiso"
/getHTML/media/1237506
Abraham Levy: "Hay mucho desinterés sobre los incendios forestales"
/getHTML/media/1237484
Darío Sztajnszrajber, filósofo: "Aprendamos a vivir el amor también con sus sombras"
PUBLICIDAD

No son los videojuegos

Cada vez que las circunstancias vinculan videojuegos a una tragedia, los medios de comunicación entrevistan, comentan y alertan.

Imagen
Fecha Actualización
Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://espaciodecrianza.educared.pe}

Cada vez que las circunstancias vinculan videojuegos a una tragedia, los medios de comunicación entrevistan, comentan y alertan. Inmediatamente se establece una relación de causalidad: los juegos —por su realismo, intensidad y violencia— generaron el dramático resultado y, por lo tanto, todos los jugadores están en peligro. Están, claro, porque nosotros no jugamos.

Sí, se trata de actividades que combinan resultados inmediatos, ponen a prueba la habilidad frente a obstáculos crecientes, producen intensas emociones y, además, muchos se dan en el contexto de competencia entre grupos, alentando la coordinación, el conflicto, alianzas, traiciones e identidades colectivas. Combinado con la nitidez de la estimulación, todo lo que excita nuestro cerebro.

Y, sí, siempre hay un pequeño porcentaje de individuos que tienen problemas para administrar lo anterior y que pierden de vista otras tareas centrales en sus vidas y convierten el videojuego —o lo que fuere— en centro exclusivo y excluyente de sus vidas. O lo que fuere: hubieran caído en las garras de alguna adicción de todas formas.

¿Los videojuegos ayudaron, dieron el empujoncito? Sí, pero esas actividades —que en todas sus versiones refuerzan habilidades positivas y negativas y muchos son abiertamente educativos— no son el problema, por lo menos no el único. Fuera de los pocos casos patológicos —que se hubieran dado en cualquier circunstancias— el problema son adultos indiferentes, medios en los que todo es guerra y combate, ganar concursos a toda costa, y figuras públicas que se pelean —no compiten, ni debaten—inacabablemente para demostrar que los otros son más cuestionables o, por lo menos, tan cuestionables como ellos.

TAGS RELACIONADOS