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El sobreviviente
Andy Murray le dio al tenis británico su primer Wimbledon desde Fred Perry, en 1936.
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Francisco Cairofcairo@peru21.com
Andy Murray sabe cómo sobrevivir. Cuando tenía ocho años, un desequilibrado irrumpió a sangre y fuego en su escuela y asesinó a 16 niños y una maestra. Se llamaba Thomas Hamilton y el hoy héroe de Gran Bretaña lo conocía, tanto que su madre alguna vez le dio un aventón. Era 1996 y el pequeño Andy se salvó escondiéndose en una de las aulas. Murray no se podía ir: el destino le había marcado una cita con Wimbledon.
La historia dirá que el chico nacido en Dunblane, Escocia, alcanzó la inmortalidad un domingo 7 del mes 7. Supersticiones al margen, durante mucho tiempo Andy fue visto como un buen perdedor. Era bueno, muy bueno, pero los Grand Slam se le atragantaban mientras los otros tres miembros del Big Four, Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic, los coleccionaban.
Una de las grandes virtudes del hombre es saber cuándo es el momento de cambiar.Murray la atesora en el carácter. Cuando tenía 15 años le dijo a su mamá que ya no podía aprender más en Gran Bretaña, que se iba a España para poder crecer al mismo ritmo de su amigo Rafael Nadal. Coincidencia o no, ese mismo año el inglés Tim Henman perdería su cuarta y última 'semi' en Wimbledon. Y, como en las carreras de relevos, el testigo pasó a manos de Andy.
Murray no tardó en brillar. Tenía el talento, pero no la suficiente mentalidad. En enero de 2012 asumió que su carrera debía pasar al siguiente nivel y contrató a Iván Lendl como entrenador. Llevaba tres finales perdidas de Grand Slam y otras tantas derrotas en semifinales de Wimbledon, y aún debió tragarse sus lágrimas cuando Federer le ganó la final de ese año en el All England Tennis Club.
Pero entonces Andy ya era otro jugador. Semanas después, en la misma cancha, arrasó a Federer en la final de Londres 2012. Y en setiembre sometió a Djokovic para alzar el US Open, su primer 'grande'. Desde el último domingo, Fred Perry descansa en paz. Andy dominó a Djokovic y a su propia mente, como lo hizo para salvarse de la Masacre de Dunblane, y enterró a todos los fantasmas. El trofeo que el tenis británico esperó 77 años no es más una mochila pesada.
SABÍA QUE
- Murray estuvo a punto de jugar en Glasgow Rangers, pero su afición por el tenis pudo más que el fútbol. Judy, su madre, fue su primera entrenadora.
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