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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Nadie lo hubiera previsto. Sarcástico y parlanchín hasta los codos, cuando se dio cuenta de la gravedad de la acusación fiscal por "autoría mediata" en el terrible crimen del periodista Hugo Bustíos en 1988, todo cambió.

El otro Urresti apareció, dejó de lado su actitud desafiante y también sus frases anteriores "estoy tranquilo porque soy inocente" o "es imposible que me encuentren culpable de un crimen que nunca cometí". Ahora, mostró el rostro desencajado y la deshonrosa pretensión de poner en subasta su espada militar, dizque para obtener los recursos para afrontar el juicio que se le viene.

Es que la autoría mediata en los crímenes contra los derechos humanos, considera cómplice también a quien sin haber participado directamente en la acción criminal, lo es porque ejercía dominio sobre "la estructura organizada de poder" que permitió e hizo posible que se cometiera el abominable hecho. Así, la condena a 17 años en prisión al entonces comandante La Vera, jefe del cuartel de Castropampa, se basó en que sin orden o consentimiento de él no se habría asesinado a Hugo Bustíos.

En la actualidad, la acusación fiscal compromete a Urresti seriamente por haber sido el S2 en Castropampa y, por eso, mantenía la relación con la red de inteligencia de las bases militares de Churcampa, Tambo, San José de Secce y Ayahuanco. Presidía el Comité de Inteligencia conformado por los agentes de las fuerzas policiales de la zona y planificaba las "Operaciones Especiales de Inteligencia" que por entonces ya era la principal forma de combate contra el terrorismo senderista. Definitivamente, Urresti no era un oficial de escritorio que se enteró de la muerte de Bustíos al leer los periódicos al día siguiente.