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[Opinión] Mauricio Aguirre: “Los malos senderos”
Ya contamos demasiados cadáveres para seguir llamando a la muerte como si fuera un macabro juego de buenos y malos.
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Viví la época de Sendero Luminoso, pero no desde casa o detrás de un escritorio. Recorrí buena parte del país y pude ver sus horrores. Por entonces, con suerte encontrabas a alguien que quisiera llevarte tierra adentro, sino solo quedaba caminar largas horas para llegar a destino. La gente vivía atemorizada y miraba con desconfianza a cualquier extraño que llegara. Pude ser testigo de masacres a comunidades, de sangrientas emboscadas a policías y militares, de feroces ataques a pueblos enteros, y de ciudades convertidas en lugares fantasmas por miedo a morir cuando imponían sus temidos paros armados. Abimael Guzmán y Sendero Luminoso no buscaban construir un país mejor, querían destruir todo para imponer su barbarie.
Por estos días el país vive tiempos convulsos. Miles de personas protestan contra el gobierno de Dina Boluarte, y quieren que la presidenta y el Congreso se vayan. Lo hacen, equivocados o no, seguros de que la razón les asiste. Un grupo de ellos está convencido de que la violencia es la única forma de imponer sus exigencias, y que quemar locales públicos, bloquear carreteras, tomar aeropuertos y atacar con violencia a las fuerzas del orden es el camino. Están equivocados, van más allá de la ley y deben ser sancionados por eso.
Es verdad que, de acuerdo a convenios internacionales, tomar un aeropuerto se califica como un acto terrorista, pero, para pretender equiparar esa violencia y destrucción provocada por grupos de vándalos al salvajismo de Sendero Luminoso, hay una gran distancia. Es la manera más ruin de justificar cada vez más violencia y se ha convertido en la excusa para exigir que se exterminen poblaciones enteras, exactamente como antes hacía el terror de Sendero Luminoso, y del que, vaya ironía, se horrorizan.
Ya contamos demasiados cadáveres para seguir llamando a la muerte como si fuera un macabro juego de buenos y malos.
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