notitle
notitle

Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

La investigación Lava Jato avanza de forma inexorable. Los presos y condenados ya suman decenas (varios líderes del PT y poderosos empresarios). El mismo ex presidente Lula ha tenido que hacer una declaración coercitiva y ahora tiene un pedido de prisión preventiva en manos del temido juez Sergio Moro. La reciente confesión de un ex líder del PT en el Senado, el senador Delcidio do Amaral, con más de 400 páginas, complica el panorama para la presidenta Dilma y para Lula. Hoy, la posibilidad de que Lula sea apresado ya no es remota.

En esta situación, Dilma le ofreció a Lula ser primer ministro (Casa Civil) o secretario de la Presidencia. Al aceptar, Lula apuesta que, con foro privilegiado de ministro, él no podría ser apresado. Una ventaja adicional de ser ministro es que su investigación saldría de las manos del juez Sergio Moro y pasaría al Supremo Tribunal Federal, donde el PT tiene aliados.

Lula ha aceptado la invitación. Como ministro, estará dirigiendo el gobierno de Dilma, una especie 3º periodo adelantado de gobierno. Sin embargo, este es un mal momento para asumir un gobierno: 11% de popularidad, crisis económica, coalición fragmentada, y 5 millones de manifestantes en las calles.

Como ministro, Lula se hará personalmente responsable del fracaso del presente gobierno, y la caída de Dilma sería su caída. Sacrificar su capital político para evitar la cárcel es un precio alto, pero pareciera que la experiencia en manos de la Policía Federal ha impactado en Lula.