El apoyo que logró la candidatura de María Corina Machado fue tan abrumador que ha llegado a preocupar al oficialismo.  (Foto de Pedro Rances Mattey / AFP)
El apoyo que logró la candidatura de María Corina Machado fue tan abrumador que ha llegado a preocupar al oficialismo. (Foto de Pedro Rances Mattey / AFP)

Las elecciones de 2024 son quizás la última esperanza del pueblo venezolano para intentar librarse del dictador Nicolás Maduro, quien se entronizó en la presidencia tras la muerte de Hugo Chávez, en el año 2013.

MIRA: Emergencia inútil

Una década turbulenta en la que terminó de arruinar la economía de su país, destruir su democracia, convertir la corrupción en moneda corriente y empujar a cientos de miles de venezolanos fuera de su territorio para escapar de la pobreza.

El camino es difícil, ciertamente, no por nada se trata de un gobierno autoritario. Sin embargo, la participación ciudadana y los resultados de las elecciones primarias del pasado fin de semana entre los partidos y candidatos opositores ha dejado entrever lo que podría ser un nuevo escenario político en el país del llano.

El apoyo que logró la candidatura de María Corina Machado fue tan abrumador que ha llegado a preocupar al oficialismo. Ella será quien se enfrente al chavismo en los próximos comicios presidenciales a realizarse en el segundo trimestre de 2024, luego de que las principales fuerzas opositoras dejaran de lado sus diferencias con el objetivo de consolidar una opción política capaz de poner punto final a la nefasta “Revolución bolivariana” que sufren los venezolanos desde hace 25 años.

Internacionalmente, este triunfo ha recibido también un amplio respaldo, como el del nobel peruano Mario Vargas Llosa, comprometido en la lucha por la libertad y la democracia en cualquier parte del mundo. “Don Mario es un extraordinario defensor de la libertad en América Latina y en el mundo. Me transmitió su admiración por la gesta ciudadana de la primera y su certeza de que los venezolanos seremos libres”, contó Machado.

Conocidos los resultados, el chavismo entró en pánico de inmediato y su primera reacción fue anunciar prepotentemente que la líder de la oposición estaba suspendida y no podía postular. Lo que viene, entonces, será una ardua campaña dentro y fuera de Venezuela para presionar al régimen con el fin de que se admita esa candidatura.

Que una dictadura corrupta hasta la médula juegue sucio, no es ninguna novedad. Incluso el proceso electoral mismo estará seguramente plagado de irregularidades y trampas, pero ello no debe detener cualquier avance de la democracia, por pequeño que parezca.

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