Santiago Pedraglio: Debate infortunado: Mercado versus Estado

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Después de la catastrófica crisis global del capitalismo financiero del 2008-2009, hay que ponerle fin al mito del mercado milagroso y de su supuesta y bendecida autorregulación. Paralelamente, la idea del Estado como el gran planificador y propietario también ha fracasado.

La crisis de los comunismos soviéticos es prueba evidente. Dicho de otra manera: el Estado no es malo ni bueno per se; y el mercado, tampoco.

Países "liberales", económica y políticamente hablando, tienen hoy Estados que participan en la economía mediante empresas públicas o estatales. ¿Y acaso Chile no cree en el mercado o en la regulación porque su Estado participa directamente en la economía del país?

Piénsese en Codelco (cobre), en la Empresa Nacional de Petróleo y en Ferrocarriles del Estado. ¿O será que Inglaterra es comunistoide por tener empresas públicas como la BBC, el National Nuclear Laboratory o la London & Continental Railways?

En España, el Estado es dueño de la Red Nacional de Ferrocarriles, adscrita al Ministerio de Fomento; o de Navantia, empresa pública vinculada a la producción naval.

El Estado alemán es accionista de Volkswagen (en este caso, el estado de Baja Sajonia) y de T-Mobile (celulares y telefonía), y propietario de la empresa ferroviaria Deutsche Bahn.

En Francia, el Estado es dueño de Nexter (armamento) y participa en Renault y Air France-KLM. En Corea del Sur –no la "comunista" sino la que a menudo se usa como ejemplo de la óptima capacidad del mercado– hay empresas estatales como la Korean National Oil Corporation (con actuación incluso en el Perú) y Korail (trenes).

La pregunta, entonces, como lo muestran esos y otros múltiples ejemplos, es qué papel deben cumplir ahora el Estado, la regulación y el mercado en cada economía y en cada democracia.

El desafío es pensar sin prejuicios, sin ideologismos y con bastante pragmatismo.

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