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Sandro Venturo: Y mientras tanto, en un lugar llamado Perú...

“Hay una profunda desconexión entre los problemas reales de la gente y toda la energía que se moviliza en una campaña electoral. En el Perú existen dos países”.

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En este proceso electoral se ha hecho evidente, más de una vez, que en el Perú existen dos países. Un país estresado con la carambola política y otro país que no tiene tiempo ni ganas de atenderla. En palabras de don Silvestre: "Da igual quien gane, porque al final nosotros tenemos que seguir chambeando… para nosotros nada va a cambiar" (Puente Piedra).

En el primer país habitan las confrontaciones personales entre candidatos, existen las descalificaciones furibundas entre seguidores y mandan las especulaciones de los analistas. Este país imagina que está al servicio de las necesidades de la gente, pero las termina usando como fichas en un tablero de damas chinas. Este país siente que el futuro se juega en el flash electoral al final del domingo. Se lamenta por el carácter manipulable de un pueblo que vota con el hígado y aparentemente casi nunca con la cabeza. Cada vez que entro al Facebook pareciera que en este país nos sobrara el tiempo para indignarnos.

El otro país es el de Héctor, que después de la cosecha baja al mercado de Huanta con su saco de papas y lo que le pagan apenas alcanza para una bolsa de arroz. Es el Atenas que mantiene la difusa esperanza de que un gobierno se acuerde de Pamplona Alta y le ponga esa agua potable que revolucionaría su vida y la de los suyos. Es el de Baldo que se enfrenta con éxito a un grupo de choros bajando de la combi –en Villa María– y luego decide no ir a Emergencia por temor a quedarse sin pasaje para volver a su hogar. Es el país de Rosario que sale de una reunión a la que asistieron casi todos los vecinos y donde acordaron linchar al próximo delincuente para ganar la atención de la televisión y, de rebote, de las autoridades.

En ese país donde no hay tiempo para las disquisiciones políticas, nuestras confrontaciones solo tienen sentido si llegan en forma un meme que contribuya a aliviar el estrés de ese interminable día. Nadie espera mucho de la política y de los políticos porque su optimismo se conserva para el futuro familiar. Hay una profunda desconexión entre los problemas reales de la gente y toda la energía que se moviliza en una campaña electoral. En el Perú existen dos países. Uno informal, intenso, fragmentado y ensimismado. Y el otro igualmente informal, intenso, fragmentado y ensimismado. ¿El debate de mañana atenderá estas miserables brechas? Lo dudo, pues en esta campaña hemos visto que la escasa cuota esperable de debate programático apenas ha asomado por los titulares y reportajes televisivos.