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Sandro Venturo: De lectores a interlocutores

“Ya no contamos con los referentes políticos y culturales que nos decían qué era lo correcto, lo deseable, lo verdadero y lo falso. No hay partidos de masas ni medios de comunicación centrales”.

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Esta semana, Perú21 se convirtió, una vez más, en tendencia en las redes. La verdad que ser tendencia no significa nada porque hay millones de tendencias al año. Cualquier cosa es tendencia. Pero esta vez el motivo fue verdaderamente significativo: el equipo que gestiona las redes sociales decidió responder con elegancia e ironía a cientos de despistados seguidores en el Facebook.

El diario publicó su logotipo intervenido por los colores de la bandera del movimiento gay con el siguiente texto: "Perú21 se suma a la lucha por un país más igualitario. No a la homofobia. #OrgulloLGBT". Inmediatamente hubo seguidores que descalificaron el gesto escribiendo en el muro cosas como: "Hay cosas más importantes como el derrame de petróleo en Loreto…". La respuesta fue un enlace a esa noticia cubierta por el mismo diario. "Ojalá P21 se dedique a temas más importantes como la educación, la salud, el trabajo y no a la mariconada". La respuesta fue un serie de enlaces a esos temas tratados sistemáticamente por el diario. Y así sucesivamente. Fue una fiesta que opacó esa intolerancia.

No es lo mismo ser lector del diario que ser seguidor en las redes. El primero lee noticias y columnas de opinión, el segundo suele leer solo titulares. El primero forma lentamente una opinión, el segundo es más rápido para juzgar, rebatir o apoyar frases, confirmando sus ideas o prejuicios. Ese día se hizo evidente que se trata de dos interlocutores muy distintos.

Ya no contamos con los referentes políticos y culturales que nos decían qué era lo correcto, lo deseable, lo verdadero y lo falso. No hay partidos de masas ni medios de comunicación centrales. Ahora, en la sociedad red, todos somos consumidores y productores de información. Lo bueno es que esta dispersión debilita a la concentración de poderes (aunque hay quienes dicen que eso es relativo porque, a fin de cuentas, hay poderes silenciosos detrás de todo esto). Pero lo peligroso de esta dispersión es que la estupidez y la frivolidad se multiplican impunemente. Cualquiera se siente con derecho a juzgar sin necesidad de estar informado. Y rebota enlaces sin verificar, sentencia sin investigar, descalifica la ignorancia de otros desde su propia ignorancia. No hay carne sin hueso.

Ojalá la respuesta de Perú21 trascienda la feliz improvisación y dé lugar a una forma distinta de relacionarnos con los lectores y seguidores, retándolos, escuchándolos, aprendiendo de ellos y, también, educándolos. En la época de la banalidad y lo efímero, nada mejor que contar con un diario que no busque la condescendencia de sus interlocutores, sino su compromiso con el respeto y la argumentación.