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Sandro Venturo: Fujimori va primera, pero debe estar muy asustada

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Fecha Actualización
Hace mucho tiempo que Fujimori va primera en las encuestas, casi desde que comenzó el disminuido gobierno de Ollanta Humala y Nadine Heredia. Y desde que se inició esta carrera electoral, no se mueve de ese treinta y tantos por ciento estadístico. Que suba o baje no más de tres puntos significa que está indiscutiblemente estancada.

Sabemos que su voto duro es alto, que quienes dicen que votarán por ella difícilmente cambiarán de opinión. Sabemos que su antivoto ha venido bajando y hoy es la mitad del que tenía en las anteriores elecciones. Acaso sus retóricos gestos democratizantes hayan ayudado a eso, acaso la sedimentación de las denuncias que apuntan a su entorno, también. Sabemos que ha recorrido el país buscando conectar con los nuevos electores a través de bicicleteadas y concursos de baile. Por último, sabemos que su elector valora en ella la promesa de una forma de gobierno populista y con carácter.

Su relativo éxito, entonces, expresa el cuestionamiento a la política post-fujimorista. Lamentablemente, la defensa de la democracia y los derechos humanos ha perdido fuerza; la bandera del crecimiento económico y la expansión del mercado interno ya no son suficientes. El fujimorismo pelea hoy por la representación de los pobres que no se sienten tomados en cuenta por el Estado ni el mercado y por esas nuevas clases medias que ven amenazados sus precarios logros ante la anarquía política y la insufrible inseguridad ciudadana.

Pero todo esto no alcanza para que Keiko crezca. Por más que lo viene intentando, su base electoral no se amplía. Sus asesores deben estar ansiosos pensando en cómo romper esta exitosa parálisis. La irrupción de Guzmán interpela su liderazgo: no vaya a ser que le ocurra lo mismo que a Toledo, que celebraba hace cinco años, guiado por las encuestas, su vuelta al gobierno por lo alto.

Para comprender su drama, y el de otros candidatos, no debemos olvidar que el ciudadano peruano está desconectado de la política. No le interesa, no se informa, deja para el final su decisión electoral. Las encuestas muestran, además, que la experiencia política no atrae (miren a García y Flores) porque la experiencia está asociada también a la corrupción y la falta de conexión con las demandas populares. La gente está buscando otra cosa y en los estudios se constata que quienes perciben a Fujimori como una novedad (joven y mujer) son una minoría. De ella se espera, básicamente, que sea una buena hija de su padre. Su fuerza es heredada. Su activo es su límite.