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Sandro Venturo: Chiquitas electorales

“El JNE que hasta hace poco estaba entre las pocas instituciones con alta aceptación, no ha hecho sino entrar al juego de la porquería”.

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on la salida poco decorosa de César Acuña y el jaque mate a Julio Guzmán, ¿qué candidatos se beneficiarán con esto? Las próximas encuestas, aquellas que realizarán su trabajo de campo en estos días, podrán responder sin rodeos a esta pregunta. Mientras tanto, nos toca especular con la información disponible. Según la encuesta de Datum Internacional publicada el jueves, se observa que Fujimori heredaría gran parte del electorado de Acuña; mientras que PPK, Barnechea y Mendoza se repartirían el de Guzmán. Así, Fujimori consolidaría su primer lugar ante la dispersión de votos de los segundos lugares (aunque no debemos olvidar que en la polarización su primer lugar está amenazado). La encuesta también muestra que los candidatos con experiencia gubernamental –García y Toledo– no se benefician ni un poquito. El rechazo o la resistencia que generan en la mayoría del electorado son persistentes. Corrupción, desconfianza y desconexión, se asocian con ellos. Acaso apristas y pepecistas deben estar apostando a conseguir por lo menos una buena representación parlamentaria, confiados en lo que queda de valor de sus marcas partidarias. Empero, quienes pensábamos que García y Flores son activos electorales y que sus partidos son organizaciones vigentes, ya hemos abandonado esa idea ante las evidencias. Pero no solo están en cuestión los "políticos tradicionales" (volvemos a la jerga del fujimorismo, no es casual), sino todo un sistema político defectuoso. Y este cuestionamiento no es gratuito. Los últimos gobiernos han brillado por su medianía, culminando impopulares. Las organizaciones políticas se han reducido a maquinarias electorales que premian el oportunismo. Los inacabables destapes de corrupción en todos los bandos políticos –de derecha a izquierda– han cavado aún más el pozo del desprestigio. Y en estas elecciones, donde se pone en juego la necesidad de grandes reformas, en estas elecciones, nada menos, la guerra sucia ha dejado de ser un componente inevitable del juego político para inundarlo todo. El JNE que hasta hace poco estaba entre las pocas instituciones estatales con alta aceptación, no ha hecho sino entrar al juego de la porquería. No debería extrañarnos que la gente espere hasta el ultimo día para decidir su voto. Si antes la ciudadanía despreciaba la actividad política, y la consideraba un mal necesario, hoy podría decir que es prescindible.Considerando este contexto, ¿quién gana entonces con la descalificación de Acuña y Guzmán ? Nadie, porque es una raya más al tigre del hartazgo ciudadano. Nadie, porque hasta el futuro ganador tendrá una débil legitimidad. Cuando el juego es tramposo, para la tribuna no hay mérito reconocible. Nuestra clase política, además de negligente, es necia, traiciona su razón de ser. Bienvenida la anarquía.