(Foto: César Grados / @photo.gec)
(Foto: César Grados / @photo.gec)

Con las redes sociales bullendo de convocatorias y mensajes sobre fiestas “caleta”, campamentos bailables y discretas reuniones de fin de año para los ya no tan jóvenes, han tenido que dictarse disposiciones más severas para evitar que los contagios en el país se sigan disparando.

De alguna manera perversa se ha venido extendiendo desde hace unos días la infeliz idea de que el virus se iba de vacaciones, como para que la ciudadanía pudiera relajarse luego de un año vivido entre la tensión del confinamiento y las incertidumbres de la economía. Pero no, fake news: sería un gravísimo error si, como se dice, nos tragamos el cuento.

Tenemos por delante un fin de semana largo, con varios días libres para dedicarle a la familia, pero esa libertad no alcanza aún para descuidar la salud: la amenaza del patógeno continúa ennegreciendo el aire, la pandemia no es cosa del pasado, como parecen creer no pocos incautos.

El advenimiento del Año Nuevo, habitualmente precedido de una noche de fiesta que suele prestarse a excesos, deberá asumirse en esta oportunidad como un momento de moderada celebración, pero asimismo de inevitable reflexión y prudencia. No conviene relajarse y aflojar con los protocolos de salud. No todavía. Las reuniones que incluyan personas ajenas a nuestro núcleo familiar íntimo, por mucho que sean al aire libre, representan un peligro enorme, pues con el entusiasmo que suscitan los reencuentros colectivos, las medidas de bioseguridad –uso correcto de la mascarilla, distanciamiento o lavado constante de manos– comienzan a quedar de lado al correr de los minutos y las bebidas espirituosas.

Las cosas no pintan nada bien. La ministra Pilar Mazzetti anunció ayer que oficialmente “estamos en un rebrote” –se resistió a considerarlo como un inicio de la temida segunda ola– y anunció que se estaban ya distribuyendo ventiladores mecánicos adicionales a las regiones que los necesitaban, además de haberse dispuesto nuevas medidas de control para otras zonas del sur (Ica, Arequipa, Moquegua, Tacna) y centro del país (Junín, Huánuco), donde comienzan a quedarse cortos de equipamiento.

Lo adecuado, entonces, será acatar las recomendaciones. No nos descuidemos, la salud está primero.