"El primer paso es que se dejen de aprobar reformas al caballazo en la Comisión de Constitución".
"El primer paso es que se dejen de aprobar reformas al caballazo en la Comisión de Constitución".

El Perú está sumergido en una crisis interminable que arruinó el milagro económico y parece arrastrar consigo todo a su paso dentro del hoyo del caos e incertidumbre. Aunque esta situación parece reciente en nuestra historia, lo cierto es que la crisis ha sido la normalidad en los casi 204 años de República. En cambio, ese periodo de crecimiento y optimismo (2003 -2013) fue solo un pestañear que hizo creer que sería permanente.

La característica principal de nuestra historia republicana ha sido la inestabilidad política producida por golpes de Estado de militares o enfrentamientos encarnizados entre políticos civiles que terminaron en la irrupción militar. Como señala Murakami (2018), el problema es que los actores políticos nunca han logrado un consenso a largo ni mediano plazo sobre los valores y patrones comunes que debe seguir el Perú. Ejemplos sobran: en la Constituyente de 1979, la izquierda no quiso firmar la nueva Carta Magna; en 1992, Fujimori impuso una constituyente; en 2018, Vizcarra forzó una reforma política y judicial bajo amenazas hacia un Congreso opositor que terminó cerrando un año después.

Actualmente, la pugna entre “caviares” y “DBA” sobre las atribuciones del Congreso, la JNJ, el Ministerio Público… son la continuación de esta crisis. Ambos sectores no están dispuestos a dialogar ni lograr consensos, buscan la imposición de sus ideas bajo la premisa de que ellos son los buenos frente a los otros que buscan “copar el Estado”.

Para salir de este círculo vicioso, se requiere responsabilidad de todas las fuerzas políticas. Esto implica tener la madurez suficiente para proponer un diálogo, así como para sentarse a dialogar. Pero, para ello, se necesita un desarme por parte de ambos bandos que temen decepcionar a sus simpatizantes, tanto a los anticaviares como a los antifujimoristas. Por ahora, guste o no, ambos son los principales actores que mueven las piezas en el tablero político.

El primer paso es que se dejen de aprobar reformas al caballazo en la Comisión de Constitución. En todo caso, se debe convocar a todos los frentes para una propuesta consensuada para una reforma electoral y judicial, de lo contrario la crisis continuará.