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Roberto Lerner: Texteo y romance
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¿Al toque, tres minutos o una hora? Chicos y chicas de 15 años discuten acaloradamente cuál es el lapso que uno debe esperar para textear una respuesta en el contexto de los primeros intercambios de flirteo. Inmediatamente puede ser interpretado como que uno no tiene nada que hacer más que mirar la pantalla de su celular y que está demasiado interesado. Una hora es mucho, como que se pierde el interés y se asume que mejor es intentar con otra persona. Así que entre tres y cinco minutos fue el lapso preferido.
La relación cara a cara o la que se establecía a través del teléfono fijo tienen otras reglas, otras señales. El texteo parece prometer inmediatez y cuando la respuesta no llega, la mente comienza a elaborar hipótesis y, muchas veces, pierde perspectiva. También autoestima. Y mucho tiempo. Y energías.
Es lo que se llama incertidumbre en la recompensa, porque la respuesta a nuestro texto lo es. Y cuando esta llega luego de intervalos variables y poco predecibles, el cerebro deja todas sus otras prioridades y se obsesiona.
En efecto, cuando uno se acostumbra a la posible gratificación inmediata, disminuye rápidamente la tolerancia a la espera. Entonces, el texteo, sobre todo si se da alrededor del cortejo, el romance y la muy profunda motivación alrededor de la dupla aceptación/rechazo, termina por parecerse a las máquinas tragamonedas, quizá de todos los juegos el más adictivo.
Sí, la expectativa de una respuesta inmediata de parte de alguien por quien se siente alguna atracción, aún poco conocido, en medio de expectativa e incertidumbre, hace que el texto sea deseado con enorme ansiedad, temor y anhelo. Mal comienzo para el amor.
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