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Roberto Lerner: Telas y palabras
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Tres hermanas hilanderas hilvanan los hilos de nuestras vidas. Filamentos de oro para momentos felices y lana negra para desgracias. Un tijeretazo pone fin a nuestro tejido. ¿Cuán largo, cuánto de oro y lana, con cuáles otros sus hebras se embastan, marca el lienzo de nuestra época? Es el destino, que ni los dioses podían doblegar, lo que ese trío representa. ¿Por qué las Parcas? Para poner sobre el tapete el vínculo entre telas y existencia.
Los hábitos que llevamos encima son tecnologías primigenias que superan carencias de nuestros cuerpos. Por eso los vemos como naturales. Solo nos sorprendemos con lo digital.
Sin embargo, husos, telares y tintes están en la textura de las tormentas tecnológicas y económicas. Revolución industrial y división del trabajo, así como movimientos sociales y políticos para detenerlas o superarlas deben mucho a los tejidos. Las tarjetas perforadas en las que se programaron las primeras computadoras se inventaron y usaron mucho antes en máquinas para hilar. Tejer es una actividad binaria.
Atamos cabos, nuestras vidas penden de un hilo y nuestras conversaciones siguen uno. Nos sentimos como un trapo, tramamos y urdimos planes, nuestros organismos y sociedades tienen tejidos, nos enredamos, nuestros silencios son mantos, anudamos amistades y alianzas, nuestros seres dejan ver costuras, nuestros recuerdos son retazos, cortamos el cordón umbilical y algo toca una fibra profunda.
Los humanos narramos como tejemos y tejemos como narramos. Para cubrirnos, descubrirnos, promovernos, protegernos, proyectarnos y definirnos. ¿Será por eso que texto y textil tienen la misma raíz?
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