Hasta que cayó el premierato de Alberto Otárola, al tercer día del escándalo de corrupción en el que estaría involucrado, tal como lo denunció un reportaje periodístico dominical. Ofuscado brindó una conferencia de prensa, que parecía más el alegato de un inculpado. Se vio a un iracundo Otárola disparando a todo el mundo, acusando de un complot a la situación vergonzosa en que está comprometido, sin un atisbo de cargo de conciencia y menos un mea culpa, al contrario, mostrándose desafiante y victimizándose, ensayando teorías conspirativas.

En esas elucubraciones para armar una narrativa distorsionada de la realidad que se ha visto en este escándalo “amoroso” con esta señorita Pinedo, habría que hacerle recordar que él fue el que mintió reiteradas veces, negando a la susodicha beneficiaria de jugosas órdenes de servicio durante su periplo en el poder, pedidos expresos para ofrecerle contratos de trabajo desde la PCM y hasta el uso de vehículos de Estado para acosarla.

De la comisión de los delitos el único responsable es Otárola, un hombre sexagenario, maduro, zorro y cazurro para estas lides, no puede estar echando la culpa a terceros de su comportamiento concupiscente; otro cantar es que lo hayan evidenciado y mostrado sus miserias en televisión; si hay un complot que muestre las pruebas, porque si no, solo es el pretexto para evadir sus responsabilidades.

Aquí quiero zanjar con Martín Vizcarra, que no es santo de mi devoción, al contrario, debería estar ya en la cárcel purgando su pena por corrupción. Si tiene algo que ver en la publicación de los audios que se investigue y se sancione como corresponde, al igual que al hermanísimo de la presidenta, que por cierto Otárola lo acaba de santificar y contradice la versión de su amada, su supuesta pareja que le grababa las conversaciones íntimas, secretos de alcoba.

Ahora asume Gustavo Adrianzén que estaba a cargo de la representación del país, como embajador ante la OEA y la CIDH; por cierto, no es un diplomático de carrera, fue puesto a dedo por decisión de la presidenta. Tiene el antecedente de haber sido colega de Otárola cuando fueron ministros de Humala, por eso se sospecha que la imposición del cargo se dio por la presión de Otárola, como condición para que presente su renuncia. De ser así, no solo empieza mal el nuevo gabinete, sino que Adrianzén además tiene antecedentes de exaltado, negacionista, pero buen escudero para ocultar los crímenes de la conflictividad social.