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Réquiem por mamá
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Roberto Lerner,Espacio de crianzahttp://blogs.educared.org/espaciodecrianza/
En el último número de The Atlantic, Sarah Boxer analiza un fenómeno interesante. En las películas de dibujos animados más taquilleras producidas por Hollywood no hay mamás. O, desde el principio, no son más que un recuerdo nostálgico que remite a la muerte o se mueren entre el título y las primeras escenas.
Nada nuevo, me dirán. Ya en los cuentos de hadas y en los clásicos del cine —basados en esos relatos— la mamá mala, vale decir, la madrastra ha ocupado el lugar de la buena y le hace la vida imposible a la heroína, que debe vérselas sola, ayudada por animalitos, enanitos, hadas madrinas o, por ahí, algún leñador. El príncipe es parte del premio final y el padre un cero a la izquierda, por ponerlo de una manera benévola.
Lo interesante es que nuestros niños y niñas son espectadores fascinados de una trama distinta: sus pares en la pantalla luchan contra el mundo y sus peligros de la mano de un súper papá o un personaje masculino que, incluso cuando comienza con bandera de malvado, es modelo de protección desinteresada, complicidad simpática, responsabilidad social y ternura a toda prueba.
Dada la desproporción entre hogares conducidos por mamás solas frente a aquellos que los papás sacan adelante sin pareja —¿6 a 1?—, los guiones parecen una broma de mal gusto. Claro, sí, la fantasía compensa la realidad, pero tampoco, tampoco. En las películas, los padres no solamente son excelentes padres sino… ¡extraordinarias madres! No paren, pero casi; no dan de lactar, pero casi.
Y, claro, libran batallas, ofrecen sabiduría, son mentores, cocineros, ganapanes recurseros, potentados sagaces o científicos innovadores. Dos en uno que no necesitan una. ¡Ay, Hollywood!
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