Congreso de los Estados Unidos. (Getty Images)
Congreso de los Estados Unidos. (Getty Images)

El martes, Estados Unidos salió a votar para renovar toda su Cámara de Representantes y un tercio de los senadores. Al final del día, los demócratas lograron amplia mayoría en la primera y los republicanos mantuvieron el control del Senado, dejando en ambos lados una sensación de victoria. Pero más allá del análisis de lo que esto significa para el país del norte, estas elecciones evidencian que la renovación parcial del Congreso a mitad del periodo presidencial es una medida efectiva para aflojar tensiones entre el Ejecutivo y el Legislativo, y entre la clase política y la calle.

El Perú ha venido esquivando este debate principalmente bajo el argumento insípido de que organizar elecciones es muy costoso. Como si la pequeñez legislativa y las diferencias irreconciliables entre poderes del Estado no fuesen al final mucho más gravosas. La democracia, aunque imperfecta, es la mejor forma de organización que hemos inventado y requiere inversión.
Renovar parcialmente el Congreso haría a los partidos y congresistas más responsables de sus actos. Además, estarían obligados a ser más abiertos a las demandas de la gente, ya que su desempeño sería premiado o castigado con mayor frecuencia.

Hay varias formas de implementar la renovación parcial. Si el periodo legislativo en el Perú se mantiene en cinco años, una salida es que cada dos años y medio se renueve el mandato de la mitad, logrando que la composición de las mayorías y minorías se reajuste de acuerdo al sentir popular.

Esta reforma traería un varadero remezón en la calidad de la representación, mucho más que cualquiera de las presentadas hasta ahora. Podemos comenzar en 2021, haciendo que, solo por esa vez, los sitios de los 65 congresistas menos votados por circunscripción se lleven a votación a los dos años y medio.

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